Abandonad toda esperanza

La política y el terror

Abandonad toda esperanza, salmo 222º
Ya saben que aunque voy poco al cine nunca me pierdo lo último de los grandes maestros, y Roman Polanski no es una excepción hiciera lo que hiciese hace lustros en casa de Jack Nicholson con aquella niña de trece años que hoy es toda una mujer y afirma no recordar nada de lo colocada que iba. Así pues me dirigí a la sala más cercana -tanto que podría confundirla con mi salón de no ser porque me cobraron por entrar- a ver El escritor, traducción libérrima pero disculpable de The Ghost Writer, dado que la expresión "escritor fantasma" no se utiliza aquí y podría hacer pensar en historias de aparecidos; "El negro literario" hace gala de un sesgo anticomercial nada desdeñable -todo lo que huela a literatura apesta, amigos-; y "El negro" puede llevarnos a sospechar que el concepto de cine para adultos de Polanski es mucho más restrictivo de lo que pensábamos. Y es que conozco a algunos individuos obstinados en que el protagonista de Rocco y sus hermanos es Rocco Siffredi y no Alain Delon...

El film está basado en una novela de Robert Harris, a su vez inspirada en la figura de Tony Blair y la política exterior del Reino Unido; Pierce Brosnan hace las veces de Blair y Ewan McGregor es el negro contratado para redactar sus memorias. Si me preguntan qué me parece el film recién salido del cine creo que les diría lo contrario que la mayoría: que la primera hora, de ritmo más cadencioso, es soberbia, consiguiendo un relato tan claustrofóbico como El cuchillo en el agua y Cul-de-sac, tan paranoico como Repulsión o El quimérico inquilino, y que me recuerda mucho a esa otra historia de terror -porque Polanski es puro terror- protagonizada por un escritor titulada El resplandor. En cambio la segunda, cuando las piezas del puzzle empiezan a casar, vería decrecer su interés al convertirse en una intriga demasiado convencional. Pero si meditamos un poco nos daremos cuenta de que la sorpresa final no lo es tanto pues todas las cartas ya estaban sobre el tapete: Polanski ha llegado a un grado tal que ya no necesita parecerse a Hitchcock; le basta con parecerse a sí mismo. Y a lo mejor no es que El escritor sea la película más kubrickiana de Polanski, sino que El resplandor es la más polanskiana de las de Kubrick.

Me encantan las películas protagonizadas por escritores: sirven de acicate para la inspiración, esa musa que como dijo Picasso existe pero debe pillarte trabajando. Y uno, que no es escritor -medalla compartida con demasiados genios como para colgársela en la pechera sin sentirse avergonzado-, pero sí se dedica a escribir, se identifica con el personaje de McGregor, pues hubo un tiempo en el que como este fue contratado, entre otras cosas, como escritor por el aparato político entonces en el poder, en nuestro Muy Ilustrísimo Ayuntamiento. Una aventura que se terminó, se supone (con esta gente nunca se puede estar demasiado seguro), porque uno, como el juntaletras de la película, no entiende de política; un período profesional durante el que, de forma muy apropiada dado el talante de la obra ensayística de Manuel Vázquez Montalbán, un por entonces concejal, y hoy como un servidor apartado de la vida política y dedicado a la mucho más encomiable labor de la enseñanza, me informaba del fallecimiento del creador de Pepe Carvalho. Para los que nos dedicamos a esto de redactar en negro sobre blanco en forma de columna, Vázquez Montalbán siempre será un maestro insobornable, y la recuperación de sus artículos en tres volúmenes es la mejor de las clases particulares que podamos recibir; una mirada al mundo tan lúcida como la paranoia de Roman Polanski.

El escritor se proyecta en cines de toda España; Obra periodística está editado por Debate.

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