Lo que pienso de

La Primavera

Digan lo que digan los del Corte Inglés la primavera acaba de llegar a Villena. Porque vaya Pascuas que nos ha traído el hombre del tiempo, detrás de un chaparrón otro. Menos mal que no tenía pensado ningún viaje. Maldita la gracia si te vas de viaje y te gastas una pasta para no poder salir ni a la puerta de la calle. Pero los inconvenientes que me pueda plantear a mí la lluvia no tiene nada que ver con las innumerables ventajas que tiene. Los patos del Azud de la Marquesa serán más felices, supongo.
Una de las ventajas que tiene la lluvia primaveral es que lo limpia todo, incluso las cabezas. Y como agua de lluvia vino el señor del Ministerio a decirnos lo que dijo, y que yo no voy a repetir. Pero me alegro, me alegro por todos los que llevan trabajando en esto desde hace años. En el debate de la tele quedó bien claro quienes se han creído lo del soterramiento desde el principio y quiénes, como siempre, se encargan de ponerle pegas a todo, como mi vecino el del primero. Pero bueno, más claro ya no nos lo podían decir: el soterramiento se va a hacer y el AVE va a parar. Se acabó la cháchara. Y ahora los que antes decían no dicen que sí y aquí no pasa nada. Ahora Celia NO dice que sí. El tiempo ha demostrado que como profeta tiene poco futuro. Hace pocas semanas Celia NO decía que ni habría soterramiento y ni parada del AVE. ¿Ven ustedes como la primavera también limpia las cabezas?

Las cabezas que no han podido limpiar estas lluvias primaverales han sido las de los detractores de Leo Bassi, otros profetas que anunciaron un Juicio Final que no se ha producido. Como era de esperar, los viejos y las viejas progres de los años setenta nos comportamos educadamente y no le pedimos a la alcaldesa que suspendiera las procesiones. La obra por cierto no fue nada del otro mundo, ni tan mala como decía alguno por este periódico, ni tan buena como para darle tanta publicidad. Pero lo mejor, el comportamiento de la gente. Yo que estaba en la puerta de la Casa de la Cultura esperando a que llegaran mis amigas para ir al teatro, puede ver como cada uno iba a lo suyo. Los que iban al Vía Crucis a su rollo y los que íbamos al teatro al nuestro.

Tampoco ha pasado nada en las procesiones, a pesar de la llamada a la rebelión de algún fundamentalista. Los pasos han salido con sus nazarenos, con sus tambores, con la Banda de Música al final en compañía de los concejales, como siempre. Como no podía ser de otra forma, cada uno en su casa y Dios en la de todos los que crean en él. Una cosa parecida ocurrió en mi escalera poco antes de la Semana Santa. Resulta que mi vecino el del primero es de una cofradía que se pasa una imagen de la Virgen de la Soledad, a razón de una semana por cada domicilio de un cofrade. Pues en la última reunión de escalera no se le ocurre otra que proponer que tuviéramos una semana cada uno la imagen en su casa, que de esta manera nuestro edificio adquiriría una espiritualidad que ayudaría a la convivencia de los vecinos en la Semana Santa. Mi vecina la del cuarto, que no tiene pelos en la lengua, se lo dejó bien claro: “Sí, nos turnamos a la Virgen y nos juntamos cada tarde a rezar el rosario después de que tú veas el Tomate”. La llevas clara.

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