La Ratonera
Ya hace mucho tiempo, corría el año 2014, escribía sobre la Corona de la Paz, esa maravillosa y enorme rotonda donde poco a poco va siendo más difícil incorporarse y más peligrosa de transitar (más todavía si contamos con la moda villenera de estacionar momentáneamente en las rotondas para dejar a las criaturas en el colegio o para comprar el pan).
Ya escribí sobre esa rotonda, también de sus interiores, y de sus complejas entradas y salidas. Aunque creo que no dije nada de la enorme explanada proyectada al inicio de la calle Miguel Hernández, espacio que aunque no sea para disfrute de nadie al menos sirve para crear una complicada curva de acceso con poca visibilidad estrangulando además los carriles de circulación de vehículos.
También escribí acerca del flaco favor que se hacía al medio ambiente provocando un largo recorrido a quienes detuvieran sus vehículos a repostar o a quienes simplemente tomaran la Avenida Constitución desde el carril inadecuado. Consideraciones obvias para cualquiera menos para quienes diseñan el tráfico municipal. Consideraciones que visto lo visto ni siquiera se tomaron en cuenta a la hora de planificar el tramo de la avenida que lleva desde la Plaza hasta la Rotonda de la Morenica. Y es que además hablamos de un barrio que cuenta con calles donde puedes encontrar una señal de ceda el paso en cada una de sus diez o doce esquinas, que cuenta con calles que en caso de no encontrar aparcamiento obligan a dar un rodeo a todo el barrio para regresar al mismo punto. Cosas hechas con cariño, vaya. Un barrio que ahora se ha de adaptar a las modificaciones realizadas en la calle Emilia Pardo Bazán, donde se ha reducido el tráfico a un solo sentido. Una medida que comienza a colapsar, más en horario de entrada y salida de colegios e institutos, una Avenida de la Constitución todavía en proceso de modificaciones (que agravarán con seguridad la situación).
Parece como si el loable interés por los carriles bici se fuera tornando en una obligación de uso de tal vehículo bajo la amenaza de sucumbir en medio de un atasco. ¡Pero déjenme hablarles, queridas personas, de carriles bici! Porque entonces tendría que recordar esa maravillosa acera que lleva por C /Pardo Bazán intersección con C/ Miguel Hernández hasta los centros escolares. Acera que se amplió eliminando los insuficientes (en horario de entrada/salida escolar) aparcamientos de la zona. Acera que se volvió a romper para realizar las resbaladizas rampas hacia los pasos de cebra. Acera sobre la que ahora se ha dibujado el carril bici donde uno de sus carriles pasa sobre todas estas rampas creando como un circuito de bicicross. ¡Ah, sí, y dejando para viandantes un metro de acera con una malla de alambre a un lado y todas las farolas de la calle en medio. Vamos, una intervención de premio de la que me gustaría disfrutar paseando a pie, en coche o en bici con cualquiera que haya tenido que ver con ella.
El barrio de La Paz es ya una ratonera para coches, y en ocasiones para bicicletas y viandantes. Aunque todo puede ser peor: bastará con ver/disfrutar de los resultados de las obras que se están llevando a cabo allí. Y no me llamen agorero, porque sé que todo siempre puede ser peor. Y lo peor serán las dificultades para ponerle remedio. Pero como siempre, podemos pensar que hay alguien que sabe algo que yo no sé, y entonces todo esto no habrá sido más que una obcecación mía
Me temo que no.