La Rockola de Fernando

La Rockola de Fernando: El seny

En la cultura popular catalana, el seny (en catalán señ), traducible al castellano por "sensatez", "cordura", "sentido común" o "buen humor", aunque no tiene una traducción literal, es decir, una palabra que aúne todas las acepciones, es la ponderación mental, o sana capacidad mental que predispone a una justa percepción, apreciación, comprensión y actuación. Probablemente, la palabra tiene su origen etimológico en el vocablo sensus, en latín, "sentido". (Fuente: Wikipedia).
Hasta hace no mucho, esa palabra la oíamos bastante a menudo en boca de más de un político catalán, que la utilizaba como alabanza hacia sus paisanos, una cualidad casi inherente a todo catalán y que daba a los habitantes de esta región de España el marchamo de “gente sensata” y que por encima de los tópicos populares de tacañería o de una infatigable avidez laboral, los marcaba como personas a las que se debía hacer caso, a las que se podía escuchar perfectamente y sin miedo a que incurrieran en una “boutade” que nos dejara descolocados o nos pusiera fuera de nuestras casillas.

Y así fue o así lo era hasta que llegó Tarradellas. Este presidente de la Generalitat de Cataluña no era favorable a la independencia, pero sin embargo, a su sombra se fueron criando algunos que con el tiempo si empezaron a tener las ínfulas separatistas que ahora padecemos y que en mi modesta opinión, este gobierno esta siendo incapaz de frenar. Así, el gran tahúr que es Jordi Pujol fue quien empezó con esa deriva separatista que si bien solo utilizó en su momento para chantajear al gobierno español, devino con el tiempo en la presidencia de Artur Mas, en el 2010, y con el un auge de los llamados Países Catalanes, y con ello una llamada a la secesión, a la independencia de España.

Y es ahí donde empieza a perderse y diluirse ese “seny” que durante toda una vida había sido seña de identidad catalana. CDC, comisiones aparte, empieza con un camino que de momento termina donde todos ya sabemos. Entre 1978 y 2015, CDC formó parte de la federación Convergencia i Unió (CiU), constituida junto a la democristiana Unión Democrática de Cataluña. Durante esos treinta y cinco años ambos partidos acudieron a todas las citas electorales bajo la marca electoral de CiU, lo que en Cataluña significó que se convirtiera en el primer grupo político y en el partido que estuvo al frente de la Generalidad durante más de dos décadas. En 2015 se produjo la fractura entre ambas formaciones, con lo que ambos partidos recuperaron su propia identidad política.

Mas apuesta tras la ruptura por otra formación política de nuevo cuño y es desde ella desde donde empieza ese camino hacia una independencia clara que, eso sí, negaría muy prudentemente a principios de este año ante el juez, so pena de verse privado de libertad, toda vez que ya había sufrido un embargo preventivo de sus bienes y se encontraba pagando la multa que le fue impuesta por alentar y procurar la votación que perdió y en la que se solicitaba por primera vez la independencia de Cataluña.

Lo que va aconteciendo desde entonces ya todos lo sabemos: una declaración unilateral de independencia que lleva a unos a la cárcel y que otros para esquivarla dicen que nunca ocurrió y que solo fue papel mojado, un supuesto presidente que está fugado en Bélgica y más recientemente, una dirigente de las CUP que se fuga a Suiza y en donde cambia de piel como las serpientes, abandonando esa estética antisistema y cambiando su indumentaria y peinado por los mismos que se podrían ver tranquilamente en un barrio de Salamanca en Madrid, por ejemplo.

Por el camino, un enorme gasto que nunca nadie cuantificará en cuanto a traslado de fuerzas del orden a Cataluña, gastos en juicios, cárceles y traslados y huida de empresas radicadas en Cataluña hacia otros lares más tranquilos para el negocio y más abiertos a una Europa que cada vez se hace más global, contrariamente a lo que, ya perdido ese famoso “seny”, pretenden los catalanes separatistas, aislándose e intentando formar una ridícula “Nación” de siete millones de habitantes, de los cuales y según las últimas encuestas, tres millones setecientos mil, esto es, más de la mitad, no quieren oír hablar de independencia. Una sociedad fracturada ya no solo a nivel calle, sino incluso a niveles familiares y lo más importante en mi opinión, un montón de preguntas sin contestación y que espero la justicia vaya poco a poco desvelando o desentrañando, como por ejemplo, cómo puede ser posible que el tal Puigdemont, huido de la justicia, tenga 15 “mossos de escuadra” como guardaespaldas en un operativo muy bien coordinado y que a raíz de ello no hayamos oído que ninguno de los mandos actuales haya sido cesado ni llamado a declarar, vamos, como si ese servicio de protección pagado con dinero de todos los españoles no existiera. Tampoco se dice nada de cómo puede dicho individuo pagar esa escapada que no tiene visos de ser barata, lo mismo que la famosa Anna Gabriel, que tras glosar hasta la saciedad al régimen chavista, se refugia no en Venezuela, sino en la nada barata Suiza, sin trabajo y también sin que nadie explique cómo la chica del 17 “de donde saca pa tanto como destaca”.

En fin, que si alguna vez los catalanes fueron merecedores de ese “seny” que tanto se les atribuyó, vemos lamentablemente que, por parte de una gran cantidad de ellos, se han hecho acreedores de que no se les atribuya dicha cualidad y que esa sensatez ya se dé casi por perdida en una situación irreal, casi de comedia bufa, en la que solo hay un perdedor, el sufrido pueblo español, que lo aguanta todo y lo paga todo.

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