La suicida apuesta del nuevo gobierno
Como no hay poder sin la fuerza necesaria, el nuevo gobierno del PSOE, con irrisoria minoría en el Parlamento y preso de los apoyos coyunturales de quienes le avalan, ha apostado por la imprudencia de embarcarse en una aventura política de difícil salida. En octubre de 2016 Pedro Sánchez dimitió como Secretario General de su partido al fracasar su intento de convocar primarias y celebrar un congreso, constituyéndose entonces una gestora para tutelar provisionalmente la formación socialista. Sucumbió el secretario a las presiones implacables de sus críticos, los llamados barones, incluida Susana Díaz, su principal rival.
Conviene recordar este episodio porque, por los mismos motivos que le hicieron renunciar, ha vuelto el líder, recompuesto de sus propias cenizas políticas, abanderando las mismas tesis que antes defendía. No le perdonaron entonces sus feroces censores, las viejas y retiradas vacas sagradas del PSOE, sus coqueteos con los nacionalistas y con la posible alianza con Unidos-Podemos; primero para converger en una moción de censura contra Rajoy, después para formar gobierno. Felipe González, Alfonso Guerra, Rodríguez de la Borbolla, Joaquín Leguina, José Luis Corcuera, Susana Díaz y sus desleales apoyos desde su propio equipo, encarnados en César Luena y Antonio Hernando, fueron dinamitando la resistencia del dirigente hasta que acabaron con él.
Después anduvo Pedro Sánchez transitando por el desierto olvidadizo una buena temporada. Contactó con las bases y logró, después de su cautiverio como cadáver político, resurgir de la nada, ganar las prometidas primarias y consolidarse como el supremo paladín de la organización. Valentía no le falta, soñar con lo imposible tampoco. Desheredados los caducos pesos pesados de su entorno, libre por fin de la amenaza de la mujer fuerte de Andalucía, volvió al Congreso, pero con evidentes desengaños en sus expectativas. Ochenta y cuatro escaños no son para tirar cohetes, y menos atreverse con una moción de censura.
Tras su apretado triunfo en la propuesta de cambio gubernamental, anuncia a su equipo de gobierno con mayoría de mujeres, algo que para la anécdota y las estadísticas supone un paso decidido y firme. Pero que nadie se llame a engaño. El nuevo gobierno, cuyo principal reto es agotar los dos años de legislatura para obtener rédito y tiempo, se encuentra en el mismo punto que le costó a Sánchez la Secretaría General: un pacto con los nacionalistas y el examen periódico de quienes le presionan por la izquierda, Podemos. Por el otro lado el compromiso de no desviarse de los Presupuestos Generales del Estado y devolver la confianza que le exige Bruselas. De los primeros, los más listos de la clase son los del PNV, que obtuvieron buenas rentabilidades en el apoyo a los presupuestos y ahora cosechan garantías para sus propósitos partidistas.
El PDCat no va a dialogar con el nuevo gobierno como no lo hizo con el del PP, pues va a piñón fijo y con una ruta clara e inequívoca: su república independiente. Sus piropos, por decir algo, al nuevo ministro de Asuntos Exteriores Josep Borrell, así lo verifican. Fueron más inteligentes sus predecesores, los de CiU, que jugaron un papel bisagra, tenían unos beneficios del 4% en comisiones, ilegales pero consentidas por todos, y rechazaban cualquier canto de sirena que sonase a nacionalismo. En cuanto a Unidos-Podemos, ya sabemos que van a exigir al gobierno socialista un viraje a la izquierda, intentando demostrar que la utopía soñada puede ser real.
Los estridentes cantos de las chicharras y los canturreos seductores de los grillos van a marear a la perdiz para luego comérsela. Los grillos tararean cánticos de revolución e independencia; las chicharras llamarán al orden, pues en una Europa neoliberal España tiene que ajustarse sí o sí a los compromisos adquiridos con Bruselas y el BCE. Sin tiempo material para resolver reformas como la Justicia, la derogación de la Reforma Laboral, la estabilidad de las pensiones, la imposibilidad de luchar contra el fraude fiscal, la inoperancia para extinguir ese 20% de pobreza real en el país, la dificultad de atraer de nuevo a los jóvenes talentos que emigraron o el imperio de la Ley, enfrentada al diálogo de sordos de quienes no quieren acatarla, auguran malos tiempos para el gobierno. Las chicharras y los grillos aprietan de lo lindo, con sus abanderados cánticos, a los oídos de los suicidas.