La televisión es nutritiva
Adopto el título de la columna de hoy ahijándolo de una de las secciones de La Bola de Cristal, un gran programa que me enganchó en los ochenta, pues fue capaz de aproximarnos la movida a nuestra bendita Villena. Ésta fue la prueba de que con medios precarios se puede hacer buena televisión, teniendo en cuenta las circunstancias de cada época, claro está.
Tampoco puedo obviar que la primera retransmisión fue una corrida de toros aunque el tanto o el chasco se lo apuntó la norteamericana RCA, pues el 8 de agosto de 1948 instalaron varios televisores de siete pulgadas en el Círculo de Bellas Artes y la corrida tuvo como escenario la plaza de Vista Alegre, La Chata, donde actuaron Gallito, El Andaluz y Escudero. La retransmisión fue inaudible y con continuos cortes en la imagen hasta el punto que los asistentes exigieron la devolución del importe de sus entradas. Lo que se dice un desastre.
En octubre de 1956 otra corrida de toros fue la primera retransmisión realizada por TVE, aunque hoy se avergüencen de ello y hayan omitido dicha efemérides en su historia oficial. De hecho, la televisión pública estatal continúa dando la espalda a un espectáculo que no es de derechas ni de izquierdas, sino todo lo contrario. El comportamiento de las demás cadenas privadas gratuitas es análogo salvo para los asuntos mal llamados del corazón, para las polémicas y para las cornadas, que están en todos los resúmenes de titulares.
Me parece una postura injusta por parte de los medios y otra prueba más de la tranquilidad que se respira en el mundo de los toros, pues cuando peligran las retransmisiones de los partidos de fútbol no existe la misma paz. Dicho sea con el debido respeto, ya que en muchas ocasiones el aficionado al fútbol también lo es a los toros y viceversa.
Pero el papel de TVE en estos tiempos está siendo mucho más sangrante en relación con la presunta manipulación subliminal, supongo que como corolario de la Ley de Memoria Histórica. Por ejemplo, la popular serie Amar en tiempos revueltos mantiene un continuo postulado sobre que en nuestra desgraciada Guerra Civil hubo un bando de héroes y otro de villanos, un bando de asesinos y otro de víctimas, un bando de idealistas y otro de sinvergüenzas. Pintan a los malos como unos auténticos sátrapas y a los buenos como una pobre gente de bondad infinita que consagró su vida para acabar con la vida de Franco, felizmente muerto como pudo constatar el juez Garzón para tranquilidad de todos. Ya veremos cómo explican los guionistas del régimen que al final el Caudillo murió en la cama de un hospital de la Seguridad Social.
No hay peor mentira que una verdad a medias y aun más cuando se emplean caudales públicos. Contra estas campañas se recomienda la lectura y la información: Hasta los más bobos saben que en el bando de los malos también hubo héroes, asesinados e idealistas que también dieron su vida por una España mejor.