Editorial

La visita más esperada

Quedábamos en nuestro último editorial a la espera de realizar una valoración de la visita a Villena del Secretario de Estado de Infraestructuras, Víctor Morlán. Ahora, conocido su discurso y analizadas las reacciones suscitadas por el mismo, es mucho más sencillo hacerse una composición de lugar.
La actitud de Morlán es digna de elogio. Venir a Villena y comparecer ante la prensa a “pecho descubierto” es un gesto que le honra. Renunciar a cenar para solventar en toda su extensión las dudas de políticos y miembros de la Plataforma, aún más. Cierto es que nos encontramos en pre-campaña y que Víctor Morlán es miembro del PSOE, pero no menos cierto resulta que todas las afirmaciones fueron realizadas por un Secretario de Estado, no un afiliado socialista. Un nuevo engaño a Villena sería desastroso, habida cuenta de que, con las obras del AVE en marcha, el tiempo de reacción es cada vez menor, y debería ser replicado en las urnas de manera rotunda. Pero no tiene porqué ser un engaño: la rotundidad de Morlán en su discurso y lo preciso de sus respuestas (en todas aquellas cuestiones en las que se podía precisar) nos ha convencido a casi todos, incluso al Partido Popular, que ha pedido al Conseller García Antón que firme el protocolo.

Respecto al futuro del servicio ferroviario prestado en Villena, es difícil ser más claro: las operadoras (empresas privadas que gestionarán tanto el transporte de personas como el de mercancías) decidirán en función de sus intereses económicos. Una gran noticia, sin duda, porque si hay una estación rentable en el trazado Madrid-Alicante, ésa es la de Villena, cuyo radio de acción le asegura seguir prestando los servicios ferroviarios de los que tanto se ha beneficiado desde mediados del siglo XIX.

En cuanto al soterramiento en sí, no cabe duda de que no es la mejor opción, que no es otra que el soterramiento integral. Pero un ejercicio de realismo indica que es difícil conseguir el 100% en una negociación, máxime cuando ésta se plantea tarde. Y el mismo realismo indica que, sin ser la mejor solución, sí es una solución a uno de los problemas más graves que padece nuestra ciudad, posiblemente la única, toda vez que la tardía apuesta por el alejamiento suscita muchas dudas para el propio Ministerio, que en aras del interés general quiere concluir cuanto antes un proyecto que ya acumula un considerable retraso.

En tales circunstancias, Morlán fue muy rotundo: “o soterramiento o nada”. Así que de aquí en adelante nos tocará gestionar dicho soterramiento. Y además, gestionarlo bien. Manos a la obra.

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