Vida de perros

Las 5 en el Mercado Medieval (II)

La leyenda de las cinco campanadas, recogida en el Romancero Villenense, nos trae una historia compleja. No por su desarrollo. Sino por el modo en que pretende aglutinar con sencillez una serie de acontecimientos distantes en espacio y tiempo. Con la licencia que toda obra literaria puede tomar, Archent reúne sin el menor escrúpulo ciertas verdades históricas. Con ello consigue componer una versión descaradamente personal de la leyenda que justifica la licencia que la iglesia de Santa María obtuvo desde los altos despachos eclesiásticos para hacer sonar cinco en lugar de tres campanadas en el momento en que durante el oficio se alza la Sagrada Forma.
El texto comienza exponiendo la intención de Alfonso de Portugal por acceder al trono de Castilla tras la muerte de Enrique IV. A él se unió Diego López de Pacheco, Marqués de Villena. Y tales coaliciones consiguieron inquietar a los Reyes Católicos, quienes declararon rebelde al marqués, pidiendo a todas las villas dominadas por el traidor que lucharan a su favor. Esa decisión tomó la ciudad de Villena, pese a que el alcalde de su castillo perteneciera al bando de los Pacheco. La resolución, según se cuenta, tomó el camino de las armas. Pedro Pacheco reunió en el castillo un pequeño ejército y planeó atacar la ciudad en el momento en que todos sus habitantes estuvieran reunidos en la iglesia. Lo que no previó fue que su estrategia secreta llegara hasta los oídos de sus enemigos. Éstos, conocedores del plan de ataque, acordaron esconderse en las casas que flanquean la bajada del castillo y asaltar a sus verdugos en una emboscada que favorecía sus posibilidades. Para ello se acordó tomar como señal de aviso de la salida de los hombres de Pacheco del castillo un toque de campanas. Y dicha contraseña consistió en el toque de cinco campanadas. Así se hizo y así fue como la ciudad de Villena venció el asalto de los enemigos de los Reyes Católicos.

Esta es la leyenda que nos llega. Aunque en ella se amputen las descripciones partidistas que el canónigo nos ofrece. En este resumen no aparecen “moros y judíos conversos, rebeldes de toda casta, renegados y traidores…” que se suman a las hordas de Pacheco. No se nombran porque supongo con obviedad que moros y judíos no lucharían a favor de unos Reyes Católicos cuya Reconquista conocemos como la de la expulsión de moros y judíos. De igual modo tampoco cito la coincidencia de las de cinco campanadas de aviso con el alzamiento de Cristo durante la misa de aquel día. Detalle novelesco que si bien redondea la leyenda no tiene importancia alguna en el transcurso de los acontecimientos. De igual modo tampoco he encontrado hasta hoy una postura clara por parte de los historiadores sobre lo acertado o no del partido que tomó Villena en tal lance. Quizás porque sólo hay una historia real frente a la que apenas podemos enfrentar una posibilidad ficticia, una suposición del modo en que la vida habría transcurrido. En cualquier caso, y sin entrar a hablar de la inmigración, las posturas de los especialistas siempre aluden al enriquecimiento científico, social y cultural que alcanzaron nuestras tierras gracias a la convivencia con los pueblos que aquí habitaron.

Ahora es de obligación invitarles a ustedes, queridas personas, a presenciar nuestra representación de la leyenda de Las Cinco Campanadas. Una aproximación que no busca confrontación con la de Gaspar Archent, pero que aporta opiniones no compartidas sobre la leyenda, el relato, el cuento que toma a nuestra ciudad y a sus gentes como protagonistas. Les esperamos este fin de semana en el Mercado Medieval, que nadie les tenga que contar lo que allí sucede.

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