Las encrucijadas de la Plaza Colache
Me comentaba hace años Quico, entrañable amigo del alma ahora portavoz de IU de Villena, que ningún ayuntamiento apostó jamás por los barrios marginales, señalando además la Plaza Colache como el centro neurálgico de la conflictividad y degradación que todo el mundo quiere eludir. Insistía indignado en que nadie quería hincar el diente porque la cruda realidad rozaba temas demasiado arriesgados. Tenía razón mi compañero porque los asuntos espinosos tienen encrucijadas mezcladas y requieren un tratamiento transversal; explicado de otro modo, necesitan de actuaciones y competencias más allá de los límites municipales.
Un entorno envilecido no sólo precisa de un proceso de rehabilitación urbanística que le lave la cara, exige también otras medidas que integren a los sectores conflictivos en la sociedad, que erradiquen la pobreza, que supriman la insalubridad, que prevengan el delito, que eliminen la compra-venta de droga, seguimiento judicial, trabajo concienzudo de los Servicios Sociales y normalización comercial en el maldito enclave para que pierda la etiqueta de gueto. Muchas intervenciones globales y paralelas, desde distintos ámbitos y diferentes administraciones para solucionar un problema desde su raíz y para un único objetivo: integrar social y urbanísticamente una zona aislada, problemática y rechazada colectivamente.
Por todo ello mi felicitación a jóvenes concejales como Merce Menor o Pablo Juan Martínez, por su arrojo al apostar por ese enclave para dotarlo de un edificio educacional. Pero mis sinceros elogios no pretenden engañar a nadie. Llevar la Sede Universitaria a la plaza Colache, sin inversiones en otras áreas que adecenten y dignifiquen el lugar, es como la foto de un manantial en el desierto. Si la decisión no va acompañada de otras actuaciones rehabilitadoras está destinada al fracaso, entre otras cosas porque nadie va a convencer a la clientela de la idoneidad del traslado; y si los alumnos hacen absentismo y a los profesores les da repeluzno, la SU cerrará sus puertas.
Es verdad que el convenio para la subvención Revita se acordó en la anterior legislatura, siendo Celia Lledó alcaldesa y Jesús Martínez concejal de Turismo, que se convino una dotación exclusivamente educacional, que debe estar finalizada antes del 31 de diciembre de este año para no perder la subvención, que si no se ejecuta habrá penalización y que la actual sede cuesta en alquiler 25.000 euros anuales. Cierto es que la ansiada Escuela de Hostelería es inviable por razones económicas y porque el sector no arriesga sus dineros por los mismos argumentos expuestos, pues no consideran el emplazamiento como beneficioso, sino como un inconveniente.
Imaginemos que el PP siguiera gobernando. ¿Qué haría ahora? ¿Qué dotación pondría para no perder la concesión? Si, como parece ser, el concierto era para la plaza Colache, ¿por qué ahora exige al nuevo equipo que cambie de lugar? ¿Por qué ahora vale la Plaza Mayor y cuando gobernaba Celia no se contempló? ¿Por qué no la manzana de Muebles Juanito antes que Obras y Urbanismo? ¿Por qué no fue considerada la Tercia? Por eso, antes de criticar debería la oposición aclarar qué firmó, por qué, qué pensaba realizar y tener en la manga un Plan B, por si no fuera posible ni la ejecución de la obra, ni el servicio.
Reactivar el eje Calle Mayor, Centro de Recepción de Visitantes del Castillo y la plaza Colache, formar un triángulo, una milla atractiva en un ámbito deteriorado y en un contexto agresivo tiende al descalabro sin otras acciones. Fernando Ballester, director de la Sede, ha sido comedido y diplomático al comentar que la UA no juzga las decisiones de los ayuntamientos, pero si la UA no ha sido consultada intuyo que ha creado malestar y muchos docentes no volverán por segunda vez. Así que, si aún es posible, consensúen los ediles de ambos bandos una sabia decisión. Villena necesita decisiones valientes y políticas inteligentes.