Editorial

Las obras nuevas hacen aguas

Arreció la lluvia mediada la semana y todas las miradas se concentraron en la Rambla Conejo, recordando aquel aciago 14 de septiembre, cuando, incapaz de contener el aluvión, reventó la calzada en la Avenida de la Constitución a escasos metros de los cimientos de uno de los edificios más habitados de la zona.
Con los dedos cruzados, vecinos, políticos, responsables de Policía y Bomberos, prensa… seguíamos la evolución de los acontecimientos en la Rambla Conejo –en la antigua, porque la nueva, en la que tantos millones se han invertido, necesita de la construcción de la última fase para poder entrar en servicio–, que durante horas aguantó bien el envite de las aguas, aunque finalmente cedió una de sus bóvedas. Afortunadamente, el problema no pasó a mayores, aunque debería servir como advertencia para terminar de una vez, como sea posible, la nueva conducción, llamada a hacernos olvidar estos miedos.

Lo que no podíamos esperar, en cambio, era que obras de reciente construcción –inauguradas hace apenas unos meses en su mayoría– como La Plaza, la Pirámide, el Centro de Mayores o el nuevo edificio de Urbanismo fallaran al unísono y se inundaran sufriendo importantes goteras, lo que pone de manifiesto que su finalización, cuando menos, deja mucho que desear.

Sin entrar a buscar responsabilidades políticas, al menos por el momento, pues aún se está elaborando el inventario de daños, sí que es de recibo recordar que el ayuntamiento cuenta como todo el derecho del mundo para reclamar las reparaciones que sean necesarias y exigir a los constructores el arreglo de los desperfectos detectados. Lo que no puede valer es mirar para otro lado y que, en última instancia, sean los ciudadanos quienes asuman a través de sus impuestos errores de los que no tienen culpa alguna.

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