Lealtad
Valentín Martín era el peón de confianza de Salvador Sánchez Frascuelo durante la época de máximo apogeo de éste en competencia con Lagartijo. Lo quería como a un hijo y le ayudó a ser matador, aunque no lograse en este capítulo el mismo éxito que como banderillero. A Valentín le gustaba la juerga y Salvador se lo recriminaba porque pretendía desmentir la fama que tenían los toreros de ser gente de bulla. Una tarde estaban toreando una corrida muy difícil tras una noche de juerga. Valentín y los demás estaban agotados y el toro se había hecho el amo de la Plaza de Barcelona.
¿Qué sucede hoy? ¿No hay quien me ayude?, le dice Frascuelo a Valentín. Sí, maestro. Yo le ayudo aunque me cueste la vida, respondió el leal compañero, y haciendo de tripas corazón se jugó la vida porque aquel toro le dio una cornada que, por fortuna, no acabó con la vida del fiel juerguista, que murió a los 82 años con fama de torero serio.
La lealtad, como el resto de los valores, ni se compra ni se vende. Cuando alguien habla de lealtad y es capaz de moldearla a su propio interés debemos llamarla de otra manera. En ocasiones he sido crítico con Celia Lledó porque suelo ser crítico con quien ostenta el mando, es inevitable. Resultaría cómico ser crítico con Llamazares, por ejemplo.
No obstante aplaudí su gesto de mantenerse leal a quien la nombró. Sin entrar en el fondo de la cuestión, su gesto es digno de consideración porque dice mucho de nuestra alcaldesa que en política alguien muestre su lealtad a su superior inmediato en un mundo sin demasiados escrúpulos, aun intuyendo el incierto desenlace de su decisión. Análogo razonamiento merece la actuación de los concejales leales que han arrimado el hombro para trabajar y quizás para llorar. Que piensen los otros donde estarían ahora si Celia no los hubiese escogido para su equipo. Aquel seno que los acoja sabe que tiene garantizada sus lealtades en la medida de lo que más convenga a Villena.
También es sumamente desleal ZP quien, conociendo datos perjudiciales para España, prefirió actuar por interés electoral a sabiendas de que lo tenía a huevo. Acusar a alguien de mentir resulta muy duro y mucho más cuando se trata del presidente de mi querida España, pero ZP mintió al hacer su diagnóstico sobre la puñetera crisis. En febrero de 2008 el Boletín Económico del Banco de España informaba que los datos disponibles apuntaban una desaceleración más pronunciada de lo previsto. Ahora, con el poder revalidado, entregó activos a la Banca para incentivar los créditos al consumo y a las PYMES sin explicar los mecanismos de control. Junto con Rajoy, su cómplice en esto, se las prometían muy felices y hoy, cuando el Euribor acumula una caída histórica, los necesitados de crédito continúan manteniendo las mismas dificultades para obtener liquidez. Mientras tanto la Banca hace caja recortando catorce veces más los tipos destinados a los depósitos que los de los créditos.
Para las Elecciones Municipales quedan dos años y su trascendencia no es demasiada salvo para los que les va el sueldo en ello, pero en pocas semanas comienzan una serie de andanadas electorales en la que los españoles nos jugaremos mucho: desde el incierto futuro del líder de la oposición hasta la evolución del cambio de régimen en Galicia y el País vasco. Y no les quepa duda alguna sobre la lealtad de los votantes socialistas y nacionalistas.