De recuerdos y lunas

Lo gordo

Durante la Navidad los sentimientos más profundos son estimulados con músicas, lindas frases, imágenes bellas y sonrisas de las dependientas. Con todo aquello que llega al corazón y nos lo toca recordándonos momentos felices, personas añoradas, esperanzas por cumplir y planes perpetuos que este año sí se harán realidad. En mi caso, el ordenar unas carpetas con unos papeles que me traje hace seis años de Villena. ¡Seis años esperando! Seis años proponiéndome el ordenarlos pero... ¡Este año sí! Lo siento inminente.
Acabo de escribir estas líneas y ya noto a las doce del mediodía de este día primaveral como un caer copitos de nieve ahí afuera, en la orilla del Segura. E intuyo un aterciopelado musgo que alfombra algunas aceras y calles en esta ciudad que voy sintiendo más mía. Y cascabeles de renos sonar. Muchos cascabeles de renos sonar. Y música, música celestial. ¡Qué bonito! Lástima que esta estampa tan navideña se vea estropeada por las más graves preocupaciones que desde la responsabilidad no dormida nos han de ocupar estos días y que, por graves, no podemos eludir. Porque ante la cruda realidad no nos podemos dejar ensordecer por músicas celestiales, ni nos podemos dejar almibarar por las frases bonitas. Porque no nos podemos cegar con imágenes preciosas y delicadas cuando tantos problemas hay que atender. Y esto aun rodeados de muérdagos y campanitas del lugar que suena, alegre, suena. Por ello, enumero algunas palpitantes dificultades para que se vea imposible lo idílico. Esto es lo gordo:

Preocupación harto grave que nos ha quitado y quita el sueño ha sido el cómo poder participar sin correr el riesgo de ser detenido en un control de alcoholemia en las comidas o cenas de empresa. De empresa o de gimnasio, o de grupo de padres recogedor de niños al salir de la escuela (turno de tarde), o de lanzadores de platos, o de amigos de los mondadientes, o del colectivo de los que no se van de comida ni de cena de empresa, o de... Verdadero problema el control de alcoholemia que a más de uno le ha traído turbado hasta que se buscó el autobús. Como no menos ha sido preocupación el solucionar qué traería Papá Noel en Nochebuena y qué traerán los Reyes en Reyes. Porque todo lo traído o lo que puedan traer será poco. Para fulano, para zutano, para mengano... Todo será poco aun teniendo todo.

Otro desvelo no baladí será el cómo aguantar los ardores de estómago e indigestiones, cosecha del atiborrarse de comida y bebida sin parar. Hasta reventar. Y, también, qué me dicen de cómo soportar los días –o las horas– que estarán cerrados los comercios. Porque si cierran todas las tiendas... ¿Qué podremos hacer entonces?... ¿Dónde iremos?... ¿Qué excusa tendremos para salir a la calle?... Como ven, problemas y problemas. Sí. Y ustedes sigan ahí con lo bonito. Y eso que todavía no nos hemos parado a pensar en cuántos céntimos le vamos a aumentar la hora de servicio a la sirvienta doméstica inmigrante que nos atiende algún tiempo la casa, porque aumentemos lo que aumentemos los amigos se reirán de nosotros diciéndonos tontos por pagar más que pagan otros. ¡Y ustedes, obnubilados por lo dulce, quieren que me olvide de estos problemas adormilándome con la música angelical, las frases, las imágenes y los recuerdos y los proyectos! Pero... ¿Es que a nadie le importa que me sienta solo y abandonado ante tan terribles tesituras?... ¡Luego dicen que es Navidad! Época solidaria. Yo, hace tiempo que con tan trascendentales desvelos, con esto tan gordo que me abruma, apenas la siento. ¿Felices Fiestas?

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