Lo gordo del asunto
De modo que cuando me levanto, me lavo como los gatos con agua helada y me miro al espejo, pongo la mirada vaga (con la idea de hacerme un difuminado en plan Photoshop) y me digo: madre mía, Andrés, el asunto no está como para encontrarse demasiadas alegrías ahí afuera. Y casi siempre tengo razón. No sólo por las noticias sobre la Gürtel, Garzón incluido, ni por Grecia, las agencias calificadoras, los recortes o los impagos. No. No sólo. Lo gordo del asunto es cómo me siento dentro de toda esta maraña. Cómo me siento por ejemplo al escuchar (sobre la inhabilitación del Juez): Ya lo dijo el rey; escuchárselo a un tipo que gana un chorro de pasta por utilizar expresiones tipo: Lo dijo la maestra.
Porque cualquiera le respondería caso de tenerlo cara a cara: ¿y qué pasa si lo dijo el rey?, ¿y desde cuándo lo que dice el rey en su discurso navideño se transforma en ley, ley no escrita? Y, ¿qué dijo el rey? ¿Que la justicia es igual para todos (menos para él)? ¿Y qué? ¿Qué quiere decir eso? Porque si nos pusiéramos a empatizar, yo le diría, queridas personas, que a mí también me parecería injusto que grabaran las conversaciones que mantengo con mi abogado dentro de una celda. Por supuesto.
Entonces, ¿qué me parece mal del asunto? ¿Que los presuntos ladrones aplaudan, que los contrarios políticos descorchen champán? No. Lo que me parece gordo es que se nos tome por gilipollas, aunque tal vez lo somos. Lo que me parece gordo es que los sinvergüenzas que han manipulado a unos tontos a cambio de cuatro cochinos regalos, salgan impunes, que a esos tontos en lugar de llamarlos a capítulo y cantarles las cuarenta se les presenten como honorabilísimos, y que el resto nos echemos a la espalda las consecuencias.
Del mismo modo no me asustan los recortes, sino que me tomen por un imbécil mal informado al que pueden cohibir su indignación hablando de la herencia de desempleo o de cualquier otro binomio elaborado para confundir. Cualquiera con dos dedos de frente sabe que si se abarata el despido habrá más despidos (igual que si se abarata la contratación ). Del mismo modo lo que me preocupa de Grecia no es su salida de la dichosa Eurozona, ni que un tipo se dedicara a robar y otro, ahora, a tragar con lo que diga Alemania, ni que Portugal sea el siguiente y que España vaya después, sino las personas que viven allí cuya situación no entra ni por el agujero de una aguja.
Lo gordo del asunto es cuando se deja de pensar en personas y se comienza a pensar en otra cosa: llámenlo futuro, estabilidad, economía o pepinos en vinagre, nada al fin y al cabo que tenga que ver con las personas, las que vivimos y sufrimos, y también las que vivimos y disfrutamos (sea con un Iphone o con una puesta de sol). Ni nos representan ni cuentan con nosotros (ni con vosotras).