Abandonad toda esperanza

Lo viejo, de nuevo

Abandonad toda esperanza, salmo 471º
Existen épocas en las que lo nuevo no acaba de nacer y lo viejo se resiste a morir. Esto lo dijo Antonio Gramsci, y pese a que pueda parecerlo, lógicamente no se refería entonces a nuestro actual panorama político. Tampoco hablaba, claro, del mercado del libro, aunque nos vendría al pelo ya que los títulos que quiero comentarles hoy a modo de recomendaciones estivales no son novedades en sentido estricto; se trata de recuperaciones cuya mera existencia demuestra que aunque el horizonte editorial se adivina aciago, la literatura (en todas sus variantes) está más viva que nunca. Y eso a pesar de que allá por el mes de enero, el barómetro del CIS avisaba de que el 35% de los españoles "no leen nunca o casi nunca"; a esto se sumaba recientemente que el informe del Mercado Interior del Libro en España 2014 presentado por la Federación de Gremios de Editores corroboraba el declive de, concretamente, la lectura de obras literarias, cuyas ventas han descendido la friolera de un 30% en el último lustro. Como viene ocurriendo en los últimos tiempos, es la literatura infantil y juvenil y sobre todo los libros de texto (esos que por su carácter instrumental se compran sí o sí) los que salvan la papeleta de nuestro mercado editorial.

En efecto, estamos ante una situación desoladora. No obstante, en nuestro país se sigue editando mucho; y a veces, incluso bien. Un buen ejemplo de esto último es la labor de Jesús Egido al frente de Rey Lear y Reino de Cordelia. Concretamente en el catálogo de este último sello pueden encontrar desde hace unos meses un clásico incontestable del género negro patrio: Días de guardar, de Carlos Pérez Merinero. Publicada en 1981 en la mítica cabecera dedicada a la novela negra de la colección Libro Amigo de Bruguera y primera novela de su autor, esta narración en primera persona presentaba como protagonista absoluto a un atracador agresivo y grosero cuyos procesos psicológicos se le muestran al lector con total desnudez. La voz narrativa y la crudeza del argumento y el lenguaje le valieron a Pérez Merinero, que luego escribiría otros títulos importantes de nuestra novela policíaca como El ángel triste o la muy bruta Sangre nuestra, el ser etiquetado con el tan honroso como simplificador lema de "el Jim Thompson español" evocando al autor de 1280 almas. Tras su lamentado deceso, este título honorífico acabaría heredándolo Julián Ibáñez, pero esa es otra historia. De momento, quédense con el consejo, casi una orden, que recibió de un amigo el escritor y en este caso prologuista Óscar Urra: "Léetela ya".

No me cabe duda de que a Pérez Merinero y a Ibáñez les encantaba, como a quien esto suscribe, la prosa de Jim Thompson. Me consta que lo mismo le sucede a Mariano Sánchez Soler, otro nombre clave de la novela negra española, aunque su producción es tan amplia y variopinta que resulta injusto circunscribirle a un solo género por más que nos haya legado obras señeras del mismo como las novelas del ciclo Grupo antiatracos o la soberbia El asesinato de los marqueses de Urbina. Una buena muestra de su pluralidad es su último libro (juraría que es el último, aunque de esto con su autor nunca se está seguro): subtitulado "Artículos y ensayos", Equipaje ligero es una antología de escritos de eso que en el mundo anglosajón llaman "no ficción", muchos publicados de forma dispersa y por lo general inencontrables hoy y a los que se suman algunos inéditos. En estos textos, Sánchez Soler trata temas en apariencia disímiles (por citar solo algunos: sus primeras experiencias lectoras, el cine de Orson Welles o Michael Moore, o dos temas inevitables en su obra como son la novela negra y la ciudad de Alicante) al mismo tiempo que cultiva formatos diversos (del estudio histórico a la evocación casi lírica, pasando por el artículo de opinión sobre temas actuales o la crítica de cine pura y dura), pero que colocados como piezas de un mismo rompecabezas acaban mostrando una única instantánea del mundo a la vez que un retrato íntimo del escritor. Como debe ser, estoy seguro que apostillaría el autor.

"Entre lo viejo y lo nuevo" se titula el texto de Sánchez Soler que arranca con la cita de Gramsci referida al principio de esta columna; y precisamente Lo viejo y lo nuevo es el título que eligió el crítico e historiador cinematográfico Santos Zunzunegui para encabezar su columna mensual en la edición española de Cahiers du Cinéma, que desapareció como tal para resucitar de forma inmediata con el nombre de Caimán. Cuadernos de Cine alejándose así de la alargada sombra de la mítica revista francesa. En esta columna, Zunzunegui establecía paralelismos entre parejas de obras audiovisuales muy diferentes a modo de diálogo, casi siempre involuntario, entre sus respectivos creadores y personajes, entidades muchas veces (aunque no siempre) alejadas en el tiempo. De ahí el título, que se mantiene en el volumen que recopila estas columnas que apareció hace un par de años pero que todavía no había tenido la oportunidad de recomendarles, y en cuyas páginas dialogan el Leo McCarey de Tú y yo y el Richard Linklater de Antes del atardecer, el Jean Renoir de La Marsellesa y la Sofia Coppola de María Antonieta, el John Ford de Fort Apache y el James Cameron de Avatar, y hasta el Ethan Edwards de Centauros del desierto y el Jack Bauer de la serie 24. Un libro interesantístimo y por momentos brillante -el análisis comparado que el autor efectúa a partir de cómo retratan el cine Víctor Erice y José Luis Garci en El espíritu de la colmena y You're the One respectivamente es como para aplaudir hasta decir basta-, que no debería dejar pasar ningún cinéfilo de pro que no leyera estas columnas cuando se publicaron de forma regular en las revistas mencionadas.

No quiero terminar sin mencionar una recuperación editorial incontestable por lo que su contenido tiene de cimientos de la cultura occidental tal y como la conocemos: la Antología de la literatura griega construida hace veinte años por Carlos García Gual y Antonio Guzmán Guerra vuelve a editarse por tercera vez dada su absoluta vigencia, y no porque los editores adivinasen que, lamentablemente, Grecia iba a estar en boca de todos estos días, justo antes de que la canícula nos arrastre a todos hacia las playas y los chiringuitos y los mandamases aprovechen para hacer y deshacer a su gusto. Como me consta que ustedes son del 65% de españoles que sí leen -si no, ahora mismo estarían haciendo otra cosa distinta que aguantar mis monsergas-, harían bien en echarle un vistazo a esta antología de textos datados entre el siglo VIII a. C. y el IV d. C., que recoge de la épica de Homero a los primeros intentos de novela por parte de Caritón de Afrodisias o Heliodoro de Emesa, pasando por la lírica de Alceo de Mitilene o Safo de Lesbos, el teatro de Esquilo o Sófocles o la filosofía de Platón y Aristóteles. Una prolija introducción, un catálogo de textos y una completa cronología ayudan a contextualizar esta summa de literatura helena desarrollada a lo largo de más de mil años de existencia. Quizá no sea el típico libro que cualquiera se llevaría a la playa, pero el destino del viaje bien vale el esfuerzo del trayecto.

Días de guardar, Equipaje ligero, Lo viejo y lo nuevo (Caimán. Cuadernos de Cine 2007-2012) y Antología de la literatura griega están editados por Reino de Cordelia, Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert, Cátedra y Alianza respectivamente.

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