Los Carnavales
No recuerdo yo unos Carnavales tan tempraneros como estos. Si se descuidan los de la Asociación de los Reyes de la Virgen, nos aparecen en Villena con los trajes de pastor que hace nada que los habrán guardado. Y es, mientras que estábamos guardando los adornos del árbol de navidad, este año ya estábamos sacando los disfraces del Carnaval.
Pero para gustos los colores, porque mientras que la mayoría de mis vecinas estábamos pensando en el Carnaval, la del primero ya andaba preocupada en cómo se las iba a arreglar en la Semana Santa, por que se le juntarían en la cocina los buñuelos de San José con las monas de la Pascua. Y la verdad es que mientras nos contaba sus agobios logró meternos a todas el estrés en el cuerpo. Yo, que ni hago buñuelos ni monas, no se por qué mientras me lo contaba me entraron unos nervios en el estómago que pa qué.
Todo esto ocurría mientras estábamos tomando café en el piso de la del cuarto, que tuvo el detalle de invitarnos por su cumpleaños. Prisas y agobios de la del primero aparte, la verdad es que pasamos una de las tardes más divertidas que recuerdo.
La culpa la tuvo la chica que vive con el vecino del cuarto, que se llevó una botella de mistela que le regalaron en el paquete de navidad. Y entre risas, café y trozos de torta secreta nos hicimos con más de media botella. Todo empezó porque a una de nosotras, no recuerdo a quién, se le ocurrió sacar el tema de los Carnavales y empezamos a imaginar de qué nos gustaría disfrazarnos. Laura la del segundo nos dijo que a ella le gustaría disfrazarse de cobradora del frac, pero que en vez de salir en Villena, se iría a Valencia a perseguir a Camps hasta que pague lo de la Plaza de Toros. Pueden imaginarse que las carcajadas no se hicieron esperar, pero la cosa fue a más. El más bruto de todos se le ocurrió a la del cuarto, que nos explicó que iba a meter un abrigo viejo todos los días en el fondo del cubo de la basura, y le puso a su disfraz el título de Aroma de Villena por la mañana. Hasta la del primero, que no es que tenga mucho sentido del humor, nos contó que se iba a disfrazar de gata con traje de torero en recuerdo de los gatos que han vivido hasta ahora en la Plaza. A mí se me ocurrió disfrazarme de Vaca de Orihuela vestida con el traje típico de aquel pueblo y con una maleta en la que figurara un cartel con la leyenda Cambio bungalow por granja en Villena.
Al hilo de mi disfraz, no recuerdo quien soltó que se disfrazaría de mona holandesa con su cofia y todo. Otro que nos hizo mucha gracia fue el de Ortodoncia de la Plaza de Toros, al parecer según la del tercero el disfraz consistiría en un traje de villenera con la falda llena de aros de hula hoop, todos forrados de papel albal. Yo le propuse a la del primero si quería salir conmigo de pareja, yo me pondría una melena negra y un traje blanco y ella lo único que tendría que hacer era disfrazarse de Fofito, pero me miro con la cara de agria que tienen siempre. Al final no llegamos a ningún acuerdo y como todos los años nos quedamos sin salir en el desfile, pero les puedo asegurar que nos reímos un buen rato.