Los pastores custodian sus rebaños, Rajoy pierde los suyos
Visualicen ustedes unos prados con frondosos pastos donde los rebaños se sienten cómodos y a gusto. Tienen abundante comida para alimentarse, agua suficiente para calmar la sed y espacios abiertos para realizar sus funciones. El pastor los custodia y se preocupa por su ganado, los perros guardianes trabajan para que ninguna oveja descarríe ni se lastime y cada cabeza cumple con su obligación, que es alimentarse bien para que el pastor obtenga los mejores rendimientos.
Incluso han sido convenidamente separadas las resistentes churras, que proveerán buenas carnes y excelente leche, y las frágiles merinas, que obsequiarán magníficas lanas. El pastor las divide, las guía y les facilita descanso en los cobertizos, para conseguir de ellos los esperados beneficios: las sacrificará para abastecerse de carne, las ordeñará y las trasquilará, todo en un programa de sostenibilidad ecológica basado en el sentido común.
Pero un día, desde más allá de las fronteras, unas influyentes compañías se asoman por allí y desean apropiarse de los pastos, asolar las praderas, eliminar los cobertizos y construir en los solares macrohoteles para turistas ricos y campos de golf para advenidos clientes. El pastor (Zapatero) primeramente no transige, pero esquiroles nocturnos destrozan las cabañas y lobos depredadores hostigan al rebaño. Asustado el pastor e impotente por las presiones de los mandamases, va cediendo a los caprichos y regalando parcelas a los extranjeros, pero éstos quieren más, no sólo migajas, y amenazan al pastor con que llevarán las máquinas devastadoras si no se une a ellos. El pastor, finalmente, es echado por los invasores y por los desconfiados corderos, con una mano delante y la otra detrás.
Ponen entonces las huestes foráneas a otro mayoral (Rajoy) para que se lleve el ganado a otra parte y el nuevo responsable va cediendo y cediendo. Primero ofrece a los lobos (la Troika) bebederos para beber, luego reforma los cobertizos como cuartel general para los ingenieros (la (Comisión Europea), más tarde entrega la carne, la lana y la leche a los leñadores que talan la zona (los (Banqueros) y por último sustituye los pastos alimenticios por piensos para nutrir al rebaño.
Las ovejas berrean enfadadas (Mareas, Plataformas, Manifestaciones) y organizan plantes indignados por lo que se les avecina. Los perros guardianes y más preparados (nuestros Jóvenes) emigran a Alemania para establecerse en mejores pastos con nuevos dueños. Las merinas, sin lana y muertas de frío, son echadas de sus cabañas (Desahucios) y a las churras se les roba la leche y la carne (Reforma Laboral) para saciar a los leñeros (Banca), en tanto los que todavía protestan son mordisqueados por los lobos (Antidisturbios) sin previo aviso.
Al nuevo pastor, que criticó tanto al anterior por ineptitud e improvisación, no le tiembla el pulso y aplica medidas impopulares pero necesarias: regala la carne, la lana, la leche y el queso a cambio de sacas de piensos para alimentar a sus ovejas indignadas. Muchas de ellas se marchan, otras, en su huída, son devoradas por los lobos y la mayoría (la Clase Media) son desalojadas de sus prados y esquilmados sus bolsillos, alejándolas en áridas estepas donde no hay pastos ni agua.
Los nuevos inversores montan sus negocios porque los costes de los recursos ovinos les resultan muy rentables, y así construyen sus hoteles y sus campos de golf, o la empresa que se tercie, porque aparecen brotes verdes y esperanzadores para sus cotizaciones (la Bolsa). Se asientan en esos parajes, antes frondosos y ahora asolados, porque la estabilidad anterior (el Estado de Bienestar) ha desaparecido. Hasta algunos perros pastores, hastiados de tanta insensibilidad, abandonan al pastor y se instalan en otros prados (Vox) por su cuenta y riesgo.
Queda la duda de si el rebaño de ovejas que resiste seguirá alimentándose de pienso en praderas estériles o se organizarán en rebelión en los vestíbulos de los hoteles, se caguen en ellos, planten cara a los lobos y despidan al pastor.