Apaga y vámonos

Luz. Gas. Hijos de puta

Érase una vez una gran compañía energética que mientras nos subía las tarifas gastaba millonadas en absurdas campañas publicitarias con el lema “Luz. Gas. Personas”, intentando convencernos de que les importamos, de que somos algo más que un número de cuenta al que cargar cada dos meses la cuota correspondiente.
Pero con sus acciones, Endesa –lo mismo me valen el resto– demuestra que no le importamos una mierda y que únicamente quiere sacarnos los cuartos, ya sean los que legalmente corresponden o aquellos que, mediante engaños y prácticas irregulares, pretenden robarnos en cuanto nos descuidamos. La semana pasada, de hecho, intentaron timarme colocándome una factura de gas de 126 euros, una auténtica barbaridad en mi caso. Tras comprobar la factura del mismo periodo del año anterior –32 euros–, me encuentro con que me han hecho una medición “estimada” que multiplica por 4 mi consumo real.

Es decir, que en primer lugar no han mandado a nadie a leer el contador –imagino que así se ahorrarán una pasta en sueldos–, y en segundo, que en vez de hacer la “estimación” comparando el mismo periodo de 2011 –abril-mayo, con la calefacción apagada–, te la intentan clavar “estimando” que en abril-mayo consumes lo mismo que en febrero-marzo, cuando sí usas la calefacción. Al final he conseguido anular el cargo y que me rehagan la factura con la lectura real, por importe de 37 euros. O sea, que si no me doy cuenta, Endesa me carga 89 euros más de los que debería pagar. Hijos de puta.

Pero no acaba aquí la cosa. Para arreglar el entuerto, tuve que recurrir a su magnífico Servicio de Atención al Cliente a través de un teléfono 902, es decir, mucho más caro. Te ponen musiquita, te explican que marques 1 para tal, 2 para cual, espere que le pasamos con un operador… y el teléfono sigue facturando. A la primera llamada no resuelvo nada porque no tenía anotado a mano mi consumo real, pero me explica la operadora que Atención al Cliente opera las 24 horas. Tomo la lectura del contador y vuelvo a llamar: musiquita, marque 1 para tal… hasta que resulta que no hay operadores libres y te cortan la llamada, aunque ya has pagado 3 minutos. Dos llamadas iguales, sin respuesta, y 6 minutos facturados en una línea 902. Dejo pasar un rato y consigo que me atiendan –musiquita, marque tal… y por fin explico mi problema– pero, ¡sorpresa!, los sistemas para cambiar la facturación solo funcionan de 8 a 20 horas, no las 24. Otra llamada perdida. Y la necesidad de volver a llamar. Total, 5 llamadas a un 902 que me van a suponer aproximadamente unos 10 euros. Multipliquen por decenas de miles de clientes. Hijos de puta.

Conclusión: ya he iniciado los trámites para cambiar de compañía de luz y gas. Sé que la nueva actuará igual, y acabaré haciendo lo mismo, pero aquí y ahora anuncio que en mi vida volveré dar un solo euro a Endesa. Por hijos de puta.

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