Apaga y vámonos

Mal de Kaku

Villena es como un bucle, señora. De ahí que llevemos años y años hablando de lo mismo –que si la plaza por aquí, que si las vías por allá, que si el centro comercial…– y, por muchas vueltas que le demos a todo y por muchos protocolos que lleguen, al final siempre estamos en el mismo sitio, lo cual, dicha sea de paso, nos obliga a escribir las mismas columnas una y otra vez para aburrimiento de la audiencia y desesperación del director de este invento llamado EPDV.
Hace ahora algo más de dos años escribía yo una columna a raíz del buzoneo indiscriminado que una tal Doña Lola, vidente para más señas, había hecho en nuestros hogares, una publicidad que rozaba lo casposo y en la que tan peculiar pitonisa se brindaba a decirnos “las cosas más raras de nuestra vida” (sic) así como a dar consuelo a nuestras destartaladas almas y a ofrecernos su hombro para llorar nuestras penas... a cambio, eso sí, de los sustanciosos beneficios susceptibles de obtener a costa de todos y cada uno de los clientes que la tal Doña Lola consiguiera atraer a su “consulta”, donde con el Tarot, la Numerología y la Carta Astral pensaba resolvernos todos nuestros problemas.

Por aquel entonces, pedía a mis lectores que difundieran la noticia previniendo a aquellos familiares y amigos más indefensos de tan burda estafa, ya que todos tenemos padres, abuelos, vecinos o amigos que pueden ser víctimas propiciatorias de ciertos desaprensivos que, aprovechándose de la desgracia ajena, intentan hacer caja a toda costa. Y es que –salvo ciertas excepciones, que alguna habrᖠtengo para mí que brujas, videntes, santones y demás caraduras no son sino cuentistas, timadores y sinvergüenzas que aprovechando la ignorancia y la superstición de las personas de bien hacen el agosto embolsándose no poco dinero a cambio de vender aire y de prometer paraísos y felicidades infinitas a la vuelta de la esquina.

Viene esto al caso porque estos últimos días vuelve a circular por ahí una publicidad que viene a ser tres cuartos de lo mismo: un tal Juan, que se presenta como curandero, se ofrece para curar a domicilio “toda clase de dolores” además de cuestiones relacionadas con “el estrés, los nervios, la relajación y el mal de ojo”, presumiendo además de hacerlo gracias a un “don de Dios” y asegurando que “nunca se cobra”, circunstancia ésta que aquí y ahora me permito poner en duda, porque estoy convencido de que de un modo u otro –la voluntad, el donativo…– el tal Juan tiene por intención llenarse el bolsillo a costa de mis vecinos. Por tal motivo, les ruego ahora lo mismo que les rogué hace dos años: no se dejen engañar y no dejen que nadie engañe a sus familiares y amigos. Si les duele algo, vayan al médico, que para eso están y para eso cotizamos.

Dicho lo cual, gustaría añadir algo más. Me parece simple y llanamente lamentable haber recogido una publicidad de este elemento en el hall de la Casa de la Cultura de Villena, donde un buen montón de “anuncios” de este tipo compartían mesa con los folletos y las programaciones propias de una institución cultural como la Kaku, cuya función para nada tiene que ver con la difusión de engañabobos como el presente. No sé si nos encontramos ante un error, un engaño o una simple falta de interés, pero sea cual sea el caso, desde estas líneas quiero pedir a los responsables de la Kaku mayor rigor a la hora de controlar qué se anuncia y qué fines persigue.

En lo que al tal Juan respecta, si me quiere echar un mal de ojo, ya sabe donde estoy.

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