Marketing Político
Desde que los especialistas en marketing se encargan de diseñar las campañas electorales, se complica sobremanera el entendimiento entre las personas que, en otros tiempos, llegamos a pensar que algo sabíamos del castellano como lenguaje. De un tiempo a esta parte, nuestro idioma ya no es lo que era.
Obsesión por el cambio, cambiar por cambiar incluso las cosas que estaban bien. Ya sea por la utilización de un lenguaje no sexista, ya sea porque se desea enfatizar, a veces artificialmente, que nuestro discurso es para ambos sexos o por el mero hecho de tratar de dar gusto a unos colectivos ante la actitud pasiva de otros mayoritarios, el caso es que nuestro idioma, ya no es como antes.
Se puede saber, según determinadas expresiones, no sólo la inclinación política de nuestro interlocutor, también el grado de compromiso que tiene con dicha opción política. Se puso de moda hace pocos años utilizar el femenino y el masculino para hablar de asuntos relacionados con las personas, el mal uso de ello, ha llevado a muchos, que toman esas instrucciones como si fuese un mandamiento, a extenderlo tanto que ahora utilizan el femenino y el masculino para referirse a todo, personas o cosas. Para ellos no existe el neutro, tal vez porque el neutro suele coincidir con el masculino y hay que dar la impresión de que, al hablar, nos estamos acordando de los hombres y las mujeres, como si no fuese implícito en el neutro.
El caso es que buscando la igualdad entre géneros, ansiada por todos derecha, izquierda, centro y apolíticos (no se vayan a creer que es sólo un anhelo de la gente que habla de la forma expuesta, ni mucho menos), se está llegando a extremos que si quedasen en meras chorradas de quien nos gobierna, pues bueno, pero lo cierto es que pueden crear más confusión y por supuesto, más desigualdad. ¿Es Vd. Padre? Error. ¿Cree Vd. que por haber parido un hijo (o hija) es madre? Error. Hace unos días nos han cambiado esto también, como mucho seremos Progenitor A o Progenitor B, que sí, que sí, que no es coña, esta es una de las últimas de ZP.
Pero lo malo no es sólo eso. A mi hija (e hijos) les entra la risa si les digo que no me llamen Papá, que me llamen Progenitor A y claro está, ahí salta el conflicto ¿a qué santo pasa la Mamá a ser Progenitor B? Vamos a ver porque ahora ya no está en el masculino o femenino sino en que A va delante de B y parece como que A es más progenitor que B, vamos que Progenitor B pasa a ser un segundón (o segundona) algo que atenta contra la igualdad. Pero puestos (y puestas) a liar las cosas (y los cosos) resulta que alguien puede decir que por qué utilizar Progenitor y no Progenitora, entonces para referirnos a los padres deberíamos decir el Progenitor o Progenitora A y el Progenitor o Progenitora B. Que no, que no. Me dijeron que era más para parejas del mismo sexo y entonces me fui a mirar el diccionario y buscar la palabra Progenitor/a.
El caso es que, como ya dije una vez, muchos (y muchas) de los que utilizan esta forma de expresarse de una forma tan intensa, pueden llegar a cometer errores como el que, intencionadamente, he colado arriba y volviendo de un museo decir: He estado contemplando los cuadros y las cuadras.
No quiero concluir sin felicitar efusivamente a mi colega de columnas la Sra. Forte por su magnífica columna del viernes pasado.