El Volapié

Más pobre, igual de tonto

Desde hace unos días estoy pagando facturas más cargadas de impuestos de lo que ya era habitual y por lo tanto soy más pobre de lo pobre que era hace unos días de modo habitual. En concreto, el carácter retroactivo de esta pésima medida -adoptada por el más nefasto economista de la historia-, está afectando a bienes y servicios ofrecidos desde abril.
La subida del IVA ya me ha sacudido aumentando mi empobrecimiento. Después de que los ineptos lleven varios años sin controlar el gasto público ahora me toca ir al zapatero a que perfore otro agujero en mi desgastado cinturón. Una subida de impuestos que fue aprobada por el Consejo de Ministros en septiembre del pasado año y que traerá consecuencias a los bolsillos de muchos españoles, sobre todo a quienes pertenecemos a la clase media y baja, sobre todo porque todo va inmerso en un macabro combinado de rebajas salariales, congelación de pensiones y embravecido por el índice de desempleo más alto de los últimos años.

Mientras se desata el temporal, el Tribunal Constitucional consiente que los planes de ZP y de los separatistas catalanes continúen viento en popa en toda legalidad, la presidencia de turno de la Unión Europea llega a su fin sin que la coincidencia planetaria haya sido de utilidad, los españoles continuamos alcanzando de modo inalterable los objetivos vacacionales, el Gobierno mantiene su marcha triunfal, la oposición su absoluta disposición de que nada cambie salvo que sean ellos los que manden, todos se encargarán de que nos creamos que vivimos en democracia, que la estructura de nuestro Estado es lógica, que las autonomías son imprescindibles y que al mismo tiempo necesitamos como el agua al Estado central y a nuestra prestigiosa monarquía, que la libertad de expresión no sería posible sin las diecisiete plataformas autonómicas de radio y televisión permanentemente deficitarias, que en absoluto son viables otras fórmulas de ordenamiento democrático como puedan ser los referéndums, las listas abiertas o los comicios a un par de vueltas, que debemos sentirnos felices e intrínsecamente demócratas por el simple hecho de que nos convoquen a las urnas cada cuatro años al mismo tiempo que ellos se llevan más de un euro por cada voto que reciben y que aceptemos con agrado el hecho de que necesitemos –por ejemplo– del triple de funcionarios que Alemania cuando ellos conforman una República Federal con el doble de población.

Cuando lleguen las próximas elecciones tampoco votaré, lo que será hacer más de lo mismo sin atreverme a dar un paso hacia el cambio estructural que será preciso acometer para salir de pobre.

No obstante, me produce una agradable sensación de suave placer cuando observo a mi alrededor y veo a Villena todita lleno de banderas de España, aunque haya sido con la excusa del fútbol. A ver si por lo menos se aguantan hasta fiestas. Recuerdo a los que años ha me llamaban facha por lucir una en mi balcón el día 5 por la mañana…

Zapatero, ¡otra de gambas!

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