Vida de perros

Más sobre los Presupuestos Municipales

Llegamos a Julio. El verano va asomándose sin prisa, dejándonos probar sus jugos. La política local acaba de rebasar el ecuador de la presente legislatura y ya se han presentado y aprobado los Presupuestos del 2013 con la consiguiente ofensiva partidista. Lo que no aprendemos en clase de Historia es que para quienes vivimos el Presente, la sucesión de acontecimientos, lo que llamamos vida, es monótona y repetitiva. Quizá esa característica es la que otorga tantos méritos a la paciencia y a la constancia. Maldita sea, porque supone vivir con demasiada frecuencia ese “Día de la Marmota”.
¡Qué poco hemos aprendido del cine! Porque si el personaje de Murray, asqueado por la repetición forzada y continuada de una serie de situaciones, fue capaz de buscar el modo de escapar: cambiando y corrigiendo, en el mundo donde vivimos esa parece ser la última de las opciones. De modo que la señora Lledó, tras pasar dos años en la parte silenciosa de la Oposición, llega al Pleno para volver a decirnos que la actual Ejecutiva Municipal “no tiene legitimidad democrática, pues fue el PP el partido que más votos obtuvo” –como si al despertar esta mañana volviéramos a encontrarnos en el año 2011–. Digo yo que en el transcurso de dos años algún otro argumento podría haber encontrado para blandir durante la sesión plenaria (lo que nos lleva a pensar que si, pese a lo establecido inicialmente por su partido, ella vuelve a “primera línea”, su intención es retomar el asunto allí donde lo dejó dos años atrás).

Por otro lado y en lo relativo al Pleno, tenemos la rechazada petición del Partido Popular exigiendo la presentación del proyecto de gestión que la coalición de Gobierno planea para el resto de legislatura. Un proyecto que según el PP debe conjugar los programas electorales de los tres partidos asociados. Programas que además toman como referencia para acusarles de falta de trabajo y de mala gestión, exhibiendo así una postura tan hipócrita que solo la falta de memoria o la indeferencia puede aceptar. Una postura que solo admite la imposición de las circunstancias en lo relativo a su partido, mientras que en lo referente al resto no le parecen justificativas para tomar medidas excepcionales. No nos engañemos, eso es basura: si el señor Rajoy puede incumplir su programa electoral debido a las circunstancias, ¿por qué no habrían de conceder la misma legitimidad a un gobierno municipal que sufre idénticas condiciones? ¿Porque no es de su partido? Sí. Y así nos va. Pero en una sociedad cada vez más insensible a la verborrea salpicada de excusas subliminales y muestras de integridad y honor, de manos puestas en el fuego, que las hemerotecas rescatan y que asombrosamente no logran encender el más mínimo rubor.

Y en esas sufrimos el último Pleno Municipal, con la presentación de unos Presupuestos que debieron ser difíciles de preparar. Un trabajo complejo tanto por la ausencia material de estudios económicos en los años anteriores, como por los ajustes impuestos por el Gobierno Central. Aunque no le falta razón al grupo de la Oposición al insistir en la presentación de un proyecto de gestión. Es algo necesario para poder realizar su trabajo (así no tendrían que repetirnos hasta la extenuación la lista de promesas incumplidas de cada uno de los programas políticos de los tres partidos). Y también es algo necesario para la ciudadanía, que a estas alturas tampoco consigue vislumbrar el camino elegido.

El resto de la sesión siguió el mismo curso, tristemente, ya que ni los ataques ni las defensas consiguieron esclarecer ninguna de las cuestiones más destacadas, dejándonos como de costumbre sin las deseables certezas. Porque si bien podemos opinar como el concejal de Hacienda que la oposición se dedica a “exponer dudas para insinuar incapacidades e intereses ocultos”, tampoco encontramos en su discurso la determinación necesaria para recibir nuestro apoyo incondicional. Son demasiados flecos y demasiados intereses encadenados, de acuerdo. Pero quizás la peculiaridad de un partido Verde gobernando un municipio pudo hacernos pensar en un modo de hacer diferente, fuera del juego político que desgraciadamente venimos sufriendo: el que “obliga” a nuestras representaciones locales a doblegarse como filiales ante las consignas de sus líderes provinciales, autonómicos o nacionales, y dejando así en segundo plano los intereses de su población.

Se entiende entonces la extraña sensación de quienes creían que había llegado el momento de pegar la patada al brasero, abandonar el protocolo político y hablar a las claras. Una opción cuyas consecuencias se resolverían en nuestra población llegado el momento de volver a acudir a las urnas. Sin embargo parece que la Política es la Política, como el fútbol es el fútbol, y que es imposible salir de ese protocolo y esa burocracia que opera de forma paternalista y trata la información “responsablemente” a la hora de hacerla llegar a la ciudadanía. Del mismo modo que operan con el montante económico aportado por nuestros bolsillos. Como si no se tratara de invertirlo conforme a las “necesidades de la ciudadanía” que dice el PP, sino conforme a las necesidades que la ciudadanía no es capaz de entender (v.g. véase el tema de la Piscina Cubierta Municipal).

Afortunadamente y cada vez más, aparecen en este país fórmulas que la plebe sí parecemos entender y que se distancian del centralismo partidista: cuando vemos a un pequeño gobierno decir que destina una parte de su presupuesto para mitigar en su región las presiones impositivas que el Ejecutivo marca sobre la Educación, la Cultura, los Servicios Sociales, las Ayudas Internacionales… Un dinero destinado a resolver “las necesidades de la ciudadanía” por encima de todo, y a apostar por un camino político, una representación de intereses que pese a sus debilidades nunca pretendieron alimentar un mundo donde las finanzas son más importantes incluso que la vida.

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