Cultura

Mundo banal

Como tantas veces las circunstancias obligan a tomar posiciones arriesgadas. Planteo el debate después de la presentación en nuestra ciudad del nuevo concurso de Coreografía y Play back. Se trata sin duda de un evento con gran poder de convocatoria tanto en Villena como en el resto del territorio. Un acicate para las edades que rondan la etapa de la adolescencia. En ese sentido nadie, ni siquiera yo, se atrevería a poner en tela de juicio lo oportuno de la actividad, máxime si se considera la oferta existente para el ocio de esas edades. No se hará crítica entonces de la propuesta, es decir, de la creatividad, la ilusión y el trabajo que depositan las y los participantes. Hablaremos de lo mismo, pero de otras cosas.
Hablaremos de la reacción de escándalo que nos provocan los resultados de las encuestas entre adolescentes. De los altos porcentajes de jóvenes cuya ilusión vital pasa por participar en concursos como Gran Hermano. Cercano a este modo de vida se encuentran con aclamación popular las esperanzas abrigadas en OT, Fama (y en el peor de los casos Tú sí que vales y demás). Mi opinión en cualquiera de los casos, en el mejor de ellos apenas he acumulado un par de horas de visionado, suele acabar en el mismo punto: tengo la impresión de que los y las concursantes no se acercan ni de lejos a los niveles de calidad que hay en nuestro país. En ese sentido no parece interesar a estos programas la participación de personas con formación y personalidad en las modalidades artísticas que trabajan. Buscan más bien otra cosa. Y parece no importarles si con esa cosa, amparada por el brutal y reiterativo impulso comercial, solapan el verdadero trabajo artístico –hacen competencia desleal–.

Ya en estos paños podemos entrar en el tema que nos atañe: el concurso en cuestión. Para plantear el dilema voy a citar los espectáculos de café-teatro que se realizan en Villena con cierta continuidad desde hace más de una década. Éste producto menor, de gran aceptación por el público, propicia la aparición de nuevos intérpretes y directores/as, y ayuda a mantener el estado físico y mental de los grupos teatrales de Villena. La preparación de estos espectáculos en determinados momentos no distrae al grupo del objeto de pasión común: el teatro (verlo, leerlo, interpretarlo, investigarlo…). En cambio el problema que presiento al presenciar estas frugalidades del concurso municipal, no en todos los casos –tenemos grupos que trabajan muy duro y luchan por sus propuestas en toda España– deviene de la ausencia de perspectiva o relación artística. Me temo que en la mayoría de los casos las participaciones se quedan en nada, en un juego a falta de otros del que no se saca el menor provecho.

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