Nacida el 9 de julio
Cuando esté saliendo la presente edición de este ejemplar, estarán entrando en las urnas de la sede local del Partido Popular los votos que designarán a la presidente de este partido. Es una pena no tener la posibilidad de afinar más en el tiempo y, por lo tanto, sólo puedo hacer una predicción, predicción que más bien es una manifestación de mi deseo.
Desde el punto de vista cónico, veo dos bandos compitiendo por el poder, lo cual no tendría nada de particular si los perdedores tuviesen claro que habrán de asumir la derrota. Lo cual tampoco debería tener nada de particular. Pero en esto de la política en general y mucho más en la local, sucede que el cargo en muchas ocasiones se asimila con el plato de lentejas, y perder el plato de lentejas es un drama.
Francisco Camps tuvo la desfachatez de plantearle a José Joaquín Ripoll un candidato alternativo mientras que dejaba a sus anchas al imputado Fabra. Esto se unió a que alguno creyó que la opción alternativa era la mejor para su carrera política y trató de hacernos creer que su futuro también era lo mejor para Villena. La cuerda se fue tensando y tras el congreso provincial se consumó el cisma. A un lado Celia Lledó, sus leales, el presidente Ripoll, la victoria en las urnas y toda la contundencia que permite la ley. Al otro los díscolos, las tramas truncadas y la incertidumbre.
Están votando para decidir quién tendrá la responsabilidad para capitanear la nave y el apoyo de los marineros. Sólo puede ganar una y la otra debería sumarse al equipo de la otra, si la democracia española fuera normal. Al menos, la ganadora debería abrirles la posibilidad de la reincorporación, pero mucho me temo que las fuerzas derrotadas resultarán fagocitadas por las victoriosas. Lo cual será lo lógico siempre y cuando los derrotados se empecinen en continuar con su amotinamiento.
Como ven, no se puede ser más subjetivo. ¡Quién me lo iba a decir! No voté a Celia Lledó, no me gustan muchas de sus actuaciones y a los próximos comicios tampoco la votaré, como no votaré a nadie y ni tan siquiera me acercaré al colegio electoral. Pero eso no quita para que en esta cuestión en particular me posicione a su lado como haré con la otra candidata si resulta democráticamente vencedora y los otros no la dejan trabajar en paz por Villena.
Estoy con Celia porque los miembros de una organización le deben lealtad al líder que ellos mismos eligieron y no pueden boicotearlo a capricho, porque hacerlo es perjudicial para Villena y porque en democracia no hay que permitir las asonadas. O se gana en las urnas, o hay que esperar, o hay que retirarse.
Querida Celia, ojalá los miembros de tu partido te ratifiquen como su presidente. Sólo espero que no lo celebres con un pasacalles de cornetas y tambores, que para mí también resultan muy molestos.
Si pierdes, espero mejorar el concepto que tengo de ti.