Cartas al Director

Nada es eterno (gracias a Dios)

Durante tres semanas, los vecinos de la calle Cañada venimos conviviendo con unas obras que se eternizan en el tiempo y, aparte de las molestias que ocasionan, llevamos casi cinco semanas sin poder guardar los coches (en estos momentos se agradece no tener un Mercedes último modelo). Somos la tercera fase de villeneros que pasa por tamaño trance: antes que nos, pasaron por el trauma los vecinos del calle el Copo (solamente los del tramo inicial) y también parte de los vecinos de la calle Luis García.
Yo, que ya veía venir el paño, tenía la esperanza de que después de dos “fases”, la experiencia haría que la empresa que está ejecutando la obra (Viagua) fuese más diligente a la hora de comenzar y finalizar. Dicho de otro modo: que después de tirarse 5 meses para realizar las dos fases iniciales contratando, subcontratando…, la experiencia le valiera para algo más que para buscar la contrata más barata en lugar de buscar la contrata que más garantía le diese (tanto en ejecución como en formalismo). O también echando mano de sus operarios (que para eso los tiene), y que en lugar de trabajar solamente por la mañana, también echaran alguna hora por la tarde con el fin de agilizar las obras tratando de ocasionar la menor molestia posible (dentro de lo que cabe).

Pero claro, la empresa ejecutora trata de aliviar costes a costa de las molestias de los sufridores vecinos, que ven cómo va pasando la obra muy despacio, muy despa…, muy des…, muy … …y encima se queda estancada esperando que la contrata que tiene que poner las aceras empiece el día señalado. En fin, que la cosa va para largo y encima no puedes dirigirte a ningún sitio para intentar que se agilice la ejecución o para quejarte, pues yo pienso que la obra (como todas) tendrá una fecha de inicio y de término, ¿o es que cuando se contrató el M.I. Ayuntamiento dio carta blanca a Viagua para que tardara todo el tiempo que le diera la gana?

La contestación a esta pregunta no la tengo, pero por otra parte me puedo imaginar cuál es, pues nuestro M.I. también se eterniza en las obras y deja asuntos sin resolver de cuando en cuando. La opción, pues, está clara: habría que dirigirse al Ayuntamiento y hablar con el concejal de Obras, con el fin de que él tomara cartas en el asunto y diera un tirón de orejas a la empresa que nos ocupa pero sé por experiencia de un caso anterior que el Sr. Concejal me va a recibir, me va a escuchar y me va a repetir por tercera vez “…la pelota está en mi tejado, no te preocupes…”, aunque yo más bien creo que la pelota se coló en su patio y que no me la va a devolver (como hacían antaño nuestras vecinas).

Si este artículo lo lee Andrés Martínez, que sepa que mientras están durando las obras mis hijos están extremando las precauciones cuando entran y salen de casa, no vaya a ser que uno de los dos, como antaño (año 2004), sufra una fractura en el talón (en una obra ejecutada por el Ayuntamiento en la que no se guardó ninguna medida de seguridad), y hasta hoy no he tenido contestación del recurso presentando haciendo así oídos sordos a las reclamaciones interpuestas. Pero como Michael Ende decía en la Historia Interminable, ésta es otra historia y deberá ser contada en otra ocasión.

Otra opción sería pasar por encima del concejal de turno e ir directamente a hablar con la Alcaldesa, pero ésta es una opción también descartada, pues yo mismo he solicitado audiencia dos veces y ninguna de ellas he sido agraciado con el gordo.

En fin, no se cómo solucionar la situación, ni dónde dirigirme (yo que tenía apalabrado con el concesionario un Mercedes último modelo y llevo más de un mes dándole largas; el problema es que no se cuándo podré traérmelo, y al final anularé el pedido). Bueno, creo que se me esta ocurriendo una buena idea, ¡ya sé!: “Hablaré con todos los vecinos (os aseguro que accederán gustosos), para ver si ponemos una vela cada uno en nuestra casa con el fin de mandar plegarias a quien corresponda solicitando una única gracia: Por favor, que acaben las obras”.

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