Viéndolas pasar

Navidad: ¿Sentimientos o simple tregua?

Que la Navidad suele traer consigo expresiones de bondad, buenos deseos entre las personas humanas (como gusta denominarnos a Andrés Leal), es algo que todos sabemos y que, en muchas ocasiones, criticamos por resultar algo pesadito el tema. En realidad, salvo excepciones, estas buenas palabras, esos buenos deseos, no son más que una hipocresía obvia y si lo analizamos, hasta la demostración de que a lo largo del año que acaba, hemos estado haciendo la puñeta al prójimo, con toda la intención. Por lo tanto, siendo muy retorcido, se podría aceptar que la Navidad es un periodo de sinceridad, por lo menos, sabemos que nuestros “amigos navideños” son unos bordes con nosotros durante el resto del año.
En definitiva, es una tregua dentro de esas guerras que algunos abren contra otros sin tener la valentía de haberle avisado previamente, digamos que sin mediar declaración formal del estado de guerra.

Siempre he dicho, y lo practico, que hasta para la guerra hay que tener honor y ser sincero y directo. Que el enemigo sepa que vas de frente no te libra del enemigo, pero sí ganas su respeto y el de los testigos que puedan presenciar esa “guerra”, algo que, a medio plazo, puede significar la victoria en la guerra. Es frecuente, yo lo veo casi a diario, que los malos enemigos, generados normalmente por envidias o intereses enfrentados, no tienen el valor de poner sus cartas sobre la mesa, van por la espalda, a traición. Es lo típico de un enemigo cobarde.

Este tipo de personas la verdad es que no sé qué ven cuando se miran al espejo, pero suelen ser muy cumplidores en lo que a cortesía se refiere, buenas formas y modales, cuando hay gente delante: “¡Feliz Navidad!” o “Que el año nuevo te resulte próspero”. Suelen ser sus expresiones de deseo, que no deseo realmente, cuando están con uno y alguna tercera persona. Cree mantener su imagen limpia actuando así y ciertamente lo consiguen en el corto plazo, no así a medio ni largo.

Estas formas de actuación son las que denomino de tregua navideña, es decir, en estas fechas está feo hacer la puñeta a los demás… ¡Qué pensarán aquellos que se den cuenta! Pues mira, lo mismo que piensan cuando la puñeta la haces en mayo, exactamente lo mismo.

Y es que, con gorro de Papa Noel o sin él, estos personajes, estos malos enemigos que no fueron capaces ni siquiera de ser malos amigos, no llegan a engañar a casi nadie y es habitual que gocen de lo que ellos llaman “sus amigos”, que en muchos casos no son más que comparsillas a los que une un mismo lazo que no es otro que la aversión hacia una o más personas a las que, normalmente por envidia, han decidido tener como enemigos. Unos enemigos que se sorprenden cuando reciben las primeras puñaladas traperas porque, no lo perdamos de vista, muchos de estos malos enemigos antes se declararon amigos por lo que a la cobardía de su forma de actuar, debemos añadir la siempre fea palabra y peor calificativo de traidor.

Pero bueno, esto es como todo, al final, las costumbres y modos de vida están ahí y pocos son los que se preguntan por sus inicios, creemos saberlo todo y con ese error vivimos y actuamos. Recuerdo, como anécdota, que en una de las anteriores navidades, una marca de telefonía móvil sacó a Papa Noel vestido de verde y algunas personas se burlaban diciendo: “Mira que ponerle un traje verde a Santa”. Sí que es… ¡menuda ignorancia!

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