Vida de perros

Ni rey ni mago

Esta última semana de Navidad, o de Pascuas o de Fiestas, es conocida por la actuación de los Reyes Magos. En ella, en su fundamento, se recuerda el episodio bíblico donde tres magos de oriente llegan hasta el pesebre escondido en Belén. Los magos vienen desde lejos –Oriente– siguiendo una estrella que los guía hasta el recién nacido niño-dios. De ahí, amparados en tal historia, nuestra gran-pequeña parte del mundo se transforma en estos mágicos personajes y obsequia a sus seres allegados. Desafortunadamente no en todas partes se recuerda en estas fechas la llegada de los magos y la entrega de los respectivos regalos. Hay lugares en este planeta que prefieren recordar otros pasajes bíblicos más cercanos a su carácter: la matanza de los inocentes, por ejemplo.
Debe ser el caso de Israel. Allí, pese a ser un lugar de Oriente, no se rememora el desenlace del periplo de los magos, no se reparten regalos, al menos en este comenzado 2009, al menos no regalos de los que hacen felices a sus destinatarios. Allí, se sitia una ciudad, se extrema la ofensiva hasta el registro de cada una de las viviendas y se bombardea sin escrúpulos. El presidente de este hipotético país, Simon Peres –que nada tiene que ver con el ratoncito–, no sólo contempla impasible el ataque de sus soldados, sino que nos habla al resto del mundo de los hechos como de algo inevitable. Mientras, el primer ministro Ehud Omert junto a los titulares de Defensa y Exteriores aprietan sus culos en los sillones y desafían al resto de vida terrestre capaz de discutir sus decisiones. De hecho si nos molestamos en resaltar la respuesta de las potencias mundiales nos encontramos con un asombroso interés por evitar su intervención en el conflicto. Tanto Brown como EEUU –se nombrará así hasta que Obama ocupe su despacho– se oponen a un texto redactado por la ONU exigiendo el alto el fuego.

Mucho me temo que la intervención armada de Israel responda, además, a un tanteo de su situación con Obama. Puede que Omert llame la atención de la Casa Blanca como el niño que tiene celos de Irak, puede que Omert más que como un niño actúe con la alevosa intención de protagonismo frente a un presidente al que se le acumulan los problemas. Con todo esto el panorama mundial se caldea un poco más: pueblos árabes, comunidad judía, países de América del Sur, países asiáticos y ahora también y cada vez más la temida ¿…? Rusia, sacan cabeza entre la cómoda y superficial cultura euro-nord-americana. En cualquier caso podemos suponer que no son “ellos” quienes sacan cabeza sino más bien somos “nosotros” quienes empequeñecemos, quienes volvemos a la realidad.

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