Vida de perros

No digan nada

No digan nada… yo también me he asustado. Imagino que se refieren a la respuesta que nuestra alcaldesa dio a Carmen Sánchez la pasada semana. Cuando dijo no saber nada de la concentración por la paz a la que se refería la locutora. Yo tampoco imaginé nunca que algo pudiera escapar, si no al control, al menos al conocimiento de la señora Lledó.
Parece que no es así y que ciertos acontecimientos pueden realizarse ajenos a su atención o a su visto bueno. Lo que no sé es si nuestra amazona descuidó el acto por desconocimiento, por desacuerdo o por desplante a un comité organizador que no contó con ella como máxima autoridad local.

Sea como sea, lo que sí es oportuno es felicitarla a ella, a su equipo y al personal técnico del ayuntamiento por el trabajo realizado en el desarrollo y presentación de los proyectos requeridos para la obtención de la ayuda estatal. Cierto que algunos proyectos han quedado fuera debido a su rango de prioridad, pero es motivo de alegría que muchos otros hayan sido aprobados. Y aunque desconozco la previsión de empleo que pueden generar estas intervenciones, confío que el dinero de ZP esté bien utilizado, que se haya destinado prioritariamente a la creación de puestos de trabajo –temporales pero remunerados–. Cosa distinta es el levantamiento de la Plaza de los Toros, que no sólo generará puestos de trabajo durante su proceso, sino que aportará varias plazas al panorama laboral además de las requeridas mediante subcontratas para su mantenimiento.

Lo que no consigo encontrar, ni logro adivinar, es la previsión de uso del mastodóntico proyecto. Contabilizo la matanza del día siete de septiembre, las presentaciones de las regidoras de fiestas, también las de las Comparsas que hasta el momento han requerido el Pabellón Festero; cuento con que, ya puestos, se organice otra matanza algún otro día del año (tristemente la supongo a cuenta del Excelentísimo, lo que significará dar un mordisco a los presupuestos y realizar una valoración no empresarial del evento); tal vez el recinto acoja algún concierto (de los de instrumentos enchufados me refiero), liberando así el campo de fútbol o el pabellón festero de incomodidades… ¡Bah! No me merece la pena, qué quieren que les diga… Sigo pensando que la construcción de La Plaza de los Toros, el proyecto, se nos ha montado encima. Sumada a la idea del proyecto, se encuentra la aportación económica que Camps prometió aportar y aportó (perdonen las cursivas), dinero –dineral– que obligatoriamente se dirige al único fin. Pero como ya comuniqué yo no voy a volver a hablar de la Plaza, se va a hacer… pues nada, que se haga. No hay que andar jodiendo con todas las quejas que te van surgiendo sobre algo que parece no tener marcha atrás.

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