No hay manera
Como no hagamos cambios estructurales, no hay manera de salir de la crisis. Con tres millones de funcionarios, diecisiete televisiones y radios autonómicas, un Estado central y una organización federal encubierta, un tinglado sindical inoperante, una clase política acomodada y sin intenciones de cambiar una sola coma, un gobierno central inoperante, diecisiete gobiernos autonómicos haciendo el caldo gordo, legiones de cargos de confianza, más y más prestaciones y subsidios para los parados sin otras contrapartidas para la creación de empleo, rencillas intestinas por el poder político, presunta colaboración del Gobierno de ZP con la banda ETA, expresa intención de Mariano Rajoy de que el cambio de gobierno se produzca por ósmosis inversa o por efectos de la tercera Ley de Newton
De la crisis económica saldremos los españolitos -que vinimos al mundo y no nos guardó Dios porque una de las dos Españas nos heló el corazón- a base de trabajo y esfuerzo, como siempre ha sucedido a lo largo de nuestra convulsa historia. De la actual crisis económica es responsable la conjura internacional en la que se ampara don José Blanco y otros, así como la irresponsabilidad del Presidente del Gobierno, negándola electoralistamente cuando aspiraba al puestazo que ahora disfruta, y afirmando que ya estamos saliendo de ella al mismo tiempo que anuncia una subida de impuestos y ayudas económicas para Grecia. ¿Hay derecho a esto? La crisis económica es gravísima, se veía venir y costará superarla más de lo que el optimista patológico piensa, aunque la culpa sea del cha-cha-chá. Pero pasará y a otra cosa mariposa, como sucede con la sequía. Como ya no hay sequía, se ha apagado completamente el suave ralentí con el que se mantenía la inquietud relativa al imprescindible Plan Hidrológico Nacional.
La otra crisis es la que no tiene salida a no ser que hagamos cambios estructurales. Digo hagamos refiriéndome a todos los que no tenemos responsabilidades políticas ni sindicales, porque está de manifiesto que los que sí las tienen no están por la labor. Háblele usted de listas abiertas a un político acomodado, o de comicios a dos vueltas, o de dar a las minorías justo el poder que les reporten los votos que tengan detrás. ¿No se supone que cada español vale por un voto y que valen todos los votos por igual? ¿Nos toman por tontos o qué?
Dígale usted a un concejal que su puesto será honorífico, como el de los directivos de cualquier asociación. Explíquele que el pan habrá de ganárselo con otros medios productivos y que su trabajo en pro de la Soberanía Nacional deberá hacerlo por amor a la Constitución y a la Democracia. Y en esto, todos con las admirables excepciones que confirman la regla, carecen de diferencias.
¿Creen ustedes que los políticos tienen voluntad de servicio? ¿La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos? ¿Creen que el Rey cumple con su mandato constitucional de arbitrar y moderar? ¿Qué podemos hacer por mejorar nuestra democracia?