Opinión

Noche de Brujas

Se acerca el día de Todos los Santos, de todos, culpables o inocentes, pero antes está la Noche de Brujas o Halloween, que en España se celebra aunque sea sólo en bares y discotecas como reclamo publicitario o como una excusa más para montar una fiesta. Es un buen día para disfrazarse o gastar alguna broma terrorífica. El cristianismo, como viene siendo habitual, trasladó la festividad de Todos los Santos al primero de Noviembre para hacer coincidir la vigilia, o noche anterior, con la fiesta pagana de lo que hoy conocemos como Halloween, también conocida como “la noche de los muertos” o “de Todas las Almas”.
Ya sean brujas, muertos, almas en pena o santos, es su noche y nada puede estropearla. Se supone que es la noche en que las brujas salen de sus escondites y vuelan con una escoba de madera y un gato negro que habla. Según cuentan las malas lenguas, las brujas salen esa noche de copas. Algunos camareros aseguran que se les puede reconocer por los extraños brebajes que piden en la barra de un bar, cosas tan raras como un café cerol con “cola”, whisky con horchata granizada o licor de manzana con batido de chocolate.

En verdad, los primeros en celebrar la fiesta de Halloween fueron los Celtas, que celebraban su entonces “Samhain” cada 31 de octubre y era la noche en que los druidas de la tribu se ponían en contacto con los difuntos. Esa noche marcaba el final del año y toda la comunidad lo celebraba como tal. Actualmente, Halloween es un “popurrí” de tradiciones más o menos antiguas y tiene su propia versión en muchos países. Sin embargo, el Halloween que se ha hecho famoso es el que celebran los norteamericanos.

Parte de culpa la tienen las películas de Hollywood y su marketing. Ellos han vendido, al igual que han hecho con la navidad, una festividad cuyas señas de identidad han acabado siendo los disfraces, las calabazas y la bolsa de golosinas acompañada de la frase traducida como “¿truco o trato?”. La mayoría de la gente piensa que la tradición de vaciar las calabazas y poner dentro una vela es algo propio de Irlanda o de Estados Unidos, pero en verdad es una costumbre que, con pequeñas variaciones, se da en muchos lugares del mundo. Aquí en España, concretamente en el norte, era costumbre muy extendida hasta no hace muchos años. El equivalente europeo de la calabaza sería el melón o la sandía ya que, además de ser de la misma familia, están compuestas por agua en un noventa por ciento. La universalidad de esta tradición puede ser debida a que las calabazas se vaciaban, en época de fiestas, para elaborar dulces con su pulpa como el cabello de ángel, y no me refiero al pelo de Acebes. Una vez despojadas de su contenido, siendo fiestas y estando los niños por ahí "dando por saco", qué mejor manera de divertirse que utilizar la corteza para hacer con ella horrendos muñecos con agujeros imitando a ojos, nariz y boca e introduciendo en su interior una vela encendida.
Desde luego, la calabaza siempre se ha asociado con la cabeza humana. “Exprimirse la calabaza” significa pensar; un calabacino, aparte de una calabaza seca y hueca, también se utiliza para designar a una persona poco inteligente. Las vanas esperanzas se representan también mediante una calabaza, que es lo que se lleva uno a su casa cuando es rechazado por el sexo opuesto, o por el sexo en general.

Tratándose de una fiesta tan antigua y tan de actualidad como la propia muerte, no podemos dejar pasar la oportunidad que nos brinda este día para hablar con alguien del más allá, en el caso de que se pueda, ya que es en ese momento cuando más fácil dicen que es contactar con ultratumba. Supongo que será algo parecido a la tarifa telefónica nocturna, porque de normal tiene que salir por un ojo de la cara o por la cabeza entera. Aunque yo prefiero no remover la tumba de nadie, siempre ha habido algunos que dan menos miedo muertos que vivos y hay algunos que dan más miedo en vida que si, desgraciadamente, estuvieran muertos.

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