Opinión

Operación Biquini

Con la llegada del calor y de los primeros días de sol intenso, nos viene a la cabeza el inminente verano. Le llega el turno ahora a las camisetas de manga corta y a las sandalias. Todo este cúmulo de circunstancias pone en marcha la ya conocida Operación Biquini, que surge como remedio para la llamada fiebre del michelín y el síndrome de copito de nieve.
El biquini debe el nombre al atolón de Bikini, donde se probaron más de 20 bombas de hidrógeno y atómicas entre 1946 y 1958, en la misma época en la que nació esta prenda.
Al parecer, y según esta asociación de nombres, su aparición fue un bombazo, y es que en aquella época sólo existía el bañador que, aunque ya empezaba a escasear la tela usada para su confección, todavía se componía de una sola pieza. Con el top-less también se ha vuelto al bañador de una sola pieza pero esta vez eliminando una de ellas. Su homónimo en masculino, que no ha variado mucho, con excepción de los pantaloncillos de los años 70, también conocidos con el nombre de unas islas, Bermudas, ayudó al hombre, y en general a la humanidad, a poder esconder más y mostrar menos, aunque de la cintura para arriba, que es lo que tratamos, sigue al descubierto, porque los hombres siempre hemos hecho top-less. Y es que la escasez de ropa demuestra que, al contrario de lo que nos hemos hecho creer (auto-mentira), la ropa de invierno no hace que parezcamos más gordos, es que en la copiosa Navidad cogimos unos kilos de más y aún no los hemos soltado, y esto, sumado a los que nunca perdimos el verano pasado, conforma lo que algunos falsamente llaman “tripita”. Por eso estos días salen todo tipo de remedios, dietas o soluciones milagrosas para conseguir quitar lo que supuestamente ahora sobra.

Los gimnasios parecen bares, abarrotados de gente; las dietas como la de la sandía no sirven de nada, te hinchas como un melón y pasas más hambre que el perro de un flautista, y por mucho que te gastes en aparatos electro-estimulantes, tu barriga no se pondrá dura sin esfuerzo, eso es imposible, no se puede adelgazar sentado en el sofá, lo más parecido es el sexo, pero ni el acto suele durar lo suficiente ni se hace con tanta frecuencia como para llegar a perder peso. Y es que la curva de la felicidad no da dinero, pero intentar eliminarla puede salir muy caro: cremas, pastillas, mensualidades, etc. Esto no es más que el fiel reflejo de la vida que llevamos, acomodados en el sofá de casa, en el coche o en el trabajo. Otra cosa de menor relevancia para la mayoría de la gente, y también un poco caro, es tener un bronceado color de piel antes incluso de estrenar el biquini. A fin de cuentas, los que verdaderamente se preocupan por su aspecto físico se cuidan el resto del año y no sacar el biquini o el bañador en verano por tener un poco de flotador es un poco absurdo porque, si lo piensas, aunque no tuvieras esa barriga, cuando fueras a la playa seguirías sin ser realmente atractivo, siempre acabas lleno de sal y arena, con el pelo pegado a la cara y rojo como un tomate Cherry.

No hay que confundir la Operación Biquini con ningún plan de adelgazamiento pre-veraniego, es simplemente un acto reflejo que nos hace acordarnos de lo que rodea a nuestro ombligo. Normalmente esta crisis dura pocos días, sólo nos volveremos a acordar cuando pisemos por primera vez la arena de la playa o el césped de la piscina. Es como el dejarse de fumar el primero de enero o apuntarse a inglés después de fiestas. Lo único cierto a estas alturas es que ya es demasiado tarde y que por mucho que corramos, no vamos a conseguir quitarnos en un mes lo que hemos engordado en todo un año y que, pensando en nuestra salud o en nuestra cintura, otro año debemos ser más previsores y pensar un poco antes de abusar, y si hay que apuntarse al gimnasio o hacer cualquier otro tipo de deporte, nunca es mal momento, pero luego no hay que borrarse cuando lleguen las mangas largas y los cuellos vueltos, esto es al revés que dejarse el tabaco, no hay que dejar de, debería ser muy fácil.

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