Otra barbaridad: la amnistía fiscal
Sepan ustedes, lo prometo por todos mis muertos, que esta semana pensaba escribir un artículo más afable y menos comprometido. Darme un descanso en la recolección de iras y no poner a caldo a nadie, más que nada porque salimos de la Semana Santa. Es más, algunos lectores me advierten que abundo en tacos e improperios y que mi lengua viperina, o mordaz escritura, levantan ampollas en algún que otro sector de la sociedad civil, política y eclesiástica. Me alivia que la militar no me conozca porque las pistolas me causan respeto, las carga el diablo. Pero como nuestros regidores nos sorprenden con tantas medidas locas vuelvo, otra vez, a la carga.
El último y paranoico invento del Gobierno ha sido la Amnistía Fiscal. Mentirosos de los cojones quienes defienden que los españoles somos todos iguales, cuando las leyes protegen a unos pocos y desamparan a la mayoría, cuando el Consejo de Ministros perdona a los tramposos y no tiene piedad con los trabajadores, cuando indulta a los que roban, no por necesidad sino por ambición, y son implacables con el resto de currantes mediante impuestos, recortes y copagos. Lo que en otros países, llamados incivilizados, sería motivo para cortar a más de uno las manos y los huevos, en España, civilizada pero esquizofrénica, se indulta.
Es verdad que muchos defraudan a Hacienda, pero lo que es una barbaridad sublime es el ensañamiento con pequeñas empresas donde la supervivencia del autónomo y sus trabajadores penden de un hilo, más cuando carecen de financiación bancaria o con insuperables requerimientos para ayudas públicas. También abogados, odontólogos, consultores, médicos y otros profesionales liberales atienden a sus clientes sin facturas y ningún gobierno dijo nada ni abrirá la boca. Asumen lo que consienten y siempre ha sido así, porque nadie fiscaliza los dinerales que alegran a unos y perjudican a otros. Sin embargo a los que evaden y blanquean capitales mejor mirar a otra parte.
Los Gobiernos se hacían el sueco porque circulaban los billetes, aunque transitaran con la trampa y la codicia. Pero esta Ley de Amnistía Fiscal es barra libre al hurto legalizado. No basta con mirar a otra parte y hacerse el desentendido, ahora se oficializa el robo con la Ley en la mano. ¿Qué diremos a nuestros hijos y nietos cuando les digamos que los gobiernos permiten el desfalco vía parlamentaria? Con esta estúpida medida el robo es un delito sólo para los pobres y quien queme un contenedor irá un año a la cárcel sin fianza, mientras a Francisco Correa, de la trama Gürtel, le rebajan de un millón a seiscientos mil euros el aval para pisar la calle.
Es el Gobierno embustero porque hace dos años, cuando el horripilante Zapatero atisbó la posibilidad de una indulgencia fiscal, Rajoy y Soraya se le tiraron a la yugular, le dijeron de todo, argumentaron que menudo ejemplo y que esa medida era contraria al pensamiento del PP, que ya está bien de locas ocurrencias. Y es el Gobierno esquizofrénico cuando los elevados recortes que vamos a pagar la mayoría no atañen ni a la Iglesia, ni al Ejército, ni a la Monarquía, como si nada de la crisis fuera con ellos. Si yo fuera ese hijo de puta que se alegró por el meneo a Garzón, mayor satisfacción me produce la Amnistía, pues podré seguir evadiendo los fajos de 500.
En fin, donde dije blanco ahora es negro y si los defraudadores eran malísimos ahora son necesarios. Todo el mundo está loco o demasiado cuerdo, pero no entiendo nada. Que Bono se empeñe en su inmortal cuadro para el Congreso, con coste de 80.000 euros, es indignante. Que Arenas proponga a Griñán una alianza en Andalucía es miserable. Locuras y mentiras. Amnistía para todos y a tomar por culo.