Otro puente cercano
Es justo reconocer que el invento este del carné por puntos ha tenido su éxito, y a los hechos me remito. Parece ser que se ha logrado reducir la cifra de muertos en accidente de tráfico en torno a un diez por ciento. Y me atrevería a ir un poco más lejos, pues tan sólo con que hubiese servido para evitar una única muerte habría valido la pena el negocio.
Opino que el proceso de retirada de puntos podría depurarse y que no estaría de más revestirlo con cierta apariencia de tolerancia y respeto de la presunción de inocencia de los conductores, pero ya se sabe aquello de a buenas horas mangas verdes y el testimonio de los miembros de la admirable Guardia Civil tiene la condición de presunción de veracidad por encima del in dubio pro reo que caracteriza al resto de los procedimientos que tienen lugar en nuestro ordenamiento jurídico. De igual modo opino que los límites de velocidad hay que respetarlos al máximo pero que estos deberían someterse a un proceso de actualización. Mantener la limitación de velocidad máxima en autovías a 120 kilómetros por hora, propicia que los domingueros y los huevones (perfectamente podría haber usado el género femenino) se hayan visto legitimados para ir por el carril de la derecha circulando a velocidades escasamente cercanas al límite produciendo un efecto de ralentización del tráfico, fenómeno que antes sólo se observaba los domingos y festivos y que en la actualidad se sufre a diario.
Hay conductores que sienten miedo al conducir, que sienten miedo a la velocidad, me atrevería a precisar, y les ha venido fenomenal el pánico que ha propiciado esta nueva normativa, por lo que se debería buscar un mix que satisficiera a todos, que obligase a cumplir los límites, que impidiese la circulación temeraria, la excesivamente lenta y que facilitase los trámites relacionados con los recursos al respecto. Todo ello, repito tal y como empecé, sin dejar de reconocer que se han salvado muchas vidas y ello no deja lugar a dudas de que éste ha sido el comienzo de un buen camino sobre cuya línea se debería continuar trabajando.
Trabajar para que los agentes no sólo controlen los radares habituales sino también otros puntos altamente conflictivos como las incorporaciones a las autovías, en las que los conductores que circulan por la vía principal han de apartarse, en ocasiones de modo precipitado, para que pasen los que se incorporan y que deberían ceder el paso, cosa que raramente hacen. Análogamente los responsables de Tráfico deberían promover explicaciones sobre el modo de acceder y circular en una rotonda, en las vías urbanas , y no esperar a que los conductores pierdan sus puntos para realizar cursos de formación y reciclaje, de modo que aquellos conductores que no se sienten muy seguros pudiesen afianzar conocimientos y práctica de modo voluntario y gratuito antes de que se vean obligados por causa de una sanción. Vamos, lo que se viene llamando prevención.
Otro aspecto a destacar es la falta de coherencia en alguna de las medidas impuestas, de modo que hemos de adaptar los turismos con sillas especiales para niños, mientras que en un autobús ni siquiera es obligatorio el cinturón de seguridad, por poner sólo un ejemplo. En esta línea podríamos seguir trabajando: Los políticos desquiciantes ahondando en la mejora de la normativa relacionada con el tráfico y la seguridad vial, y yo desde este estrado dedicando algunos monográficos sobre las particularidades del modo de conducción femenino y el de aquellos que, procedentes de otras zonas del mundo, van llegando a España para engrandecerla.