De recuerdos y lunas

Para contarlo

Que el recuerdo es un apreciable valor, nos lo demostró Víctor Manuel con "Vivir para cantarlo", el espectáculo que nos llevó al Teatro Chapí hace dos semanas. Vivir para cantarlo, vivir para vivir, quienes estuvimos allí disfrutamos de uno de esos momentos en los que el artista, bregado tantos años en carreteras, experiencias y escenarios se detiene íntimo para decirnos: Si queréis saber, escuchadme. Porque esto he sido. Porque esto he vivido. Algo así como cuando el poeta Gil de Biedma nos escribió aquello de "Quiero deciros cómo trajimos / nuestras vidas aquí, para contarlas".

La última vez que sentí en un concierto esa sensación cómplice que proporciona la intimidad fue hace unos años, en julio de 1999, con Inma Serrano en el Rincón del Arte Nuevo en Madrid. Habíamos sacado entradas para ver a Elton John en Las Ventas, pero una cornada en el corazón y otros revolcones previos a la lidia en la capital, le hicieron suspender la actuación. Con las reservas del hotel hechas decidimos irnos. Aun sin concierto. Pero la casualidad quiso que en esos días actuara, donde decimos de la calle Segovia, la cantante de El Campello. "Rosas de papel". En el Rincón del Arte Nuevo, la complicidad se hace menos difícil por la proximidad física que el pequeño local favorece entre artista y público. Su voz roza tu piel como susurro. En un teatro, cuesta más. No sólo al artista. También al público. Pero cuando se conjunta una complicidad de años se rompe toda barrera.

"Vivir para cantarlo" es repaso biográfico por las canciones de Víctor Manuel rejuvenecidas por unos arreglos preciosos desde la libertad interpretativa de David San José al piano y del alicantino Ovidio López con las guitarras. Y aunque tienta decir que David San José es hijo de Víctor Manuel San José Sánchez –Víctor Manuel– y de María del Pilar Cuesta Acosta –Ana Belén– dejaremos aquí la filiación porque es pájaro que con méritos vuela solo. Como tiene que ser. "Que los hijos hijos son, / igual que llegan se van". Respecto a la música, acaso echamos de menos algo de percusión en alguna canción y, ante el temor de que Víctor Manuel no tiene la voz que tenía, sólo se lo notamos en "Sólo pienso en ti". Respecto a las biografías de las canciones son, aparte de experiencias personales, testigos del tardofranquismo y de la transición. Son historia de España. Pero también presente, porque hoy hay otras tiranías que duelen. La de la droga, la del maltrato, la de la marginación de los débiles...

El valor del recuerdo que decíamos, lo remató el cantautor reivindicando directamente la memoria con la intensa canción "Cómo voy a olvidarme" que más que memoria particular –que es como nos la presentó de tapadillo– es manifiesto homenaje a la memoria histórica. Memoria que sin rasgarnos las vestiduras es la que nos gusta a los historiadores. Que luego personalmente nuestra memoria es selectiva –la de los historiadores no debe serlo– cada uno ahuyenta a los fantasmas que necesita ahuyentar.

Creo que fue en Fiestas cuando pude hablar con Paco Flor, Director del Teatro, de las expectativas de este concierto. Los dos coincidíamos en su atracción y éxito. Se ve que los dos estamos curados de que la política nos haga plantearnos las pertinencias del arte. No estamos dispuestos a perdernos ninguna brizna de sensibilidad. Uno empieza a cansarse de llevar etiquetas, como sambenitos o cruces, cada vez que hace lo que quiere y cree que debe hacer. Que si una cosa, eres de los unos. Que si otra, de los otros. Cuando sólo somos "corazón tendido al sol".

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