Paralelismos razonables aunque insólitos
Voy a intentar argumentarles que, en más ocasiones de las previsibles, surgen situaciones idénticas en el panorama político sin que reparemos en ellas. Pongo por caso la enorme similitud entre el Gobierno de la Generalitat Valenciana, hasta hace nada gestionado por el Partido Popular, y el partido griego de Syriza, victorioso en sus elecciones hace algunos meses. Pensarán ustedes que nada tienen que ver el uno y el otro. Tienen ustedes toda la razón, pues ideológicamente están ambos en las antípodas. Sin embargo la cuestión no es cómo piensan, sino cómo administran los destinos de sus economías.
Pues miren por dónde, en este punto, llevan los dos gobiernos el mismo camino: el de la incomprensión de las administraciones superiores. El PP valenciano dependiendo del Gobierno de la Nación y Syriza sometido a los criterios de la UE y su banco oficial, el BCE. Sabrán ustedes que los nuevos dirigentes griegos apelan a Europa unas mejores condiciones para el pago de la deuda contraída y una nueva financiación para saciar su hambre y su sed. Argumenta el gobierno griego que han encontrado sus arcas expoliadas por los anteriores gobernantes, que los conservadores de Nueva Democracia y los socialdemócratas del PASOK descapitalizaron la economía, evadieron impuestos, blanquearon dinero, desviaron fondos a paraísos fiscales y falsificaron los datos de la tesorería.
La respuesta del BCE, de Bruselas y del FMI es clara y contundente: nos importa un bledo lo que hayan hecho los anteriores políticos, ustedes tienen una deuda pendiente y la tienen que pagar. No les importa a los dirigentes europeos, en absoluto, el empobrecimiento de la población civil, sino los dígitos bancarios y su riguroso rendimiento. No, no y no a una refinanciación o a unas nuevas moratorias para el pago. Ante este ultimátum nada solidario, Alexis Tsipras convoca un referéndum para que la población determine si sigue Grecia en Europa o se va de ella, lo que no es lo mismo que renuncie al euro, pues cada país es dueño de elegir la moneda que más le convenga.
Alberto Fabra ha estado los cuatro años de su legislatura anterior demandando al gobierno español más financiación, pues cuando él llegó la caja estaba esquilmada por sus predecesores: en unos casos por invertir en obras faraónicas no necesarias y hoy abandonadas y en otros porque altos cargos, algunos conselleres y una buena colección de alcaldes y alcaldesas populares pensaron que el servicio público era su cortijo particular. La respuesta fue igualmente contundente que la que dio Europa a Grecia: Os la arregláis como podáis, no es problema nuestro. Más o menos esto es lo que les dijo el señor Montoro y su segundo de abordo, el señor Beteta, a Alberto Fabra y muy reiteradamente.
Gobernantes helenos y el anterior gobierno valenciano no tenían culpa ninguna de que ineptos y estúpidos predecesores en los cargos arruinaran un país o una Comunidad, siendo castigados aun por eso. Las insensateces de sanguijuelas sin escrúpulos acaban perjudicando a las poblaciones civiles, pues muchos miles ciudadanos, tanto en una parte como en otra del Mediterráneo, no llegan a finales de mes, no tienen prestaciones públicas, no reciben ayudas por dependencia y carecen de las más elementales expectativas de un digno futuro. Grecia condenada a la pobreza para muchas generaciones venideras, la Comunidad Valenciana soportando una rémora incómoda que retrasará un normal desarrollo.
Pero ahora es muy fácil lanzar misivas envenenadas hacia un nuevo gobierno griego o hacia un gobierno de izquierdas en nuestra región: ¿Veis? Los radicales de izquierda griegos os llevan al desastre y el tripartito valenciano a la ruina. Gratuitas afirmaciones cuando se pierde la memoria y las causas de los problemas. Porque en realidad, queridos lectores, los responsables de tanta negligencia y consecuencias nefastas siguen sueltos y coleando: los mafiosos griegos en paraísos fiscales, sin que ningún Tribunal Europeo les meta mano, y los malos gestores valencianos, o imputados para largo o jubilados en sus mansiones.
Pero al Gobierno de la Nación, al BCE, a la Troika o a Bruselas esto que he narrado no tiene la menor importancia: son las gárgaras que provoca un buen provecho.