Editorial

Penélope paga con el dinero de todos

Por todos es conocido el mito clásico de Penélope, que destejía por la noche lo que tejía por el día, una simple y burda estratagema con la que burlar a sus pretendientes mientras esperaba el regreso de su amado Ulises. Con el tiempo, este pasaje de la mitología ha quedado como expresión proverbial para referirse a cualquier trabajo que se hace constantemente, aunque no se termina nunca.
Aunque para tela de Penélope, la que tenemos extendida a lo largo y ancho de Villena, cuyos ciudadanos asisten incrédulos a una sucesión de hechos que no acaban de entender. Sin duda, es muy loable reformar el área de juegos de la Plaza de las Malvas en aras de una mayor seguridad de sus pequeños usuarios. Incluso cualquier mejora estética debe ser bienvenida. Pero no por ello podemos olvidar que dicha instalación fue inaugurada hace poco más de un año. Ni tampoco que su coste para las arcas municipales fue de casi 50.000 euros, algo más de 8 millones de pesetas.

Menos loable resulta, desde luego, comprobar la infinidad de desperfectos existentes en la recién rehabilitada casa de La Tercia –cuyas obras finalizaron el pasado mes de marzo–, donde los 300.000 euros invertidos (150.000 de ellos –25 millones de pesetas– a cargo del ayuntamiento) al parecer no han sido suficientes para evitar un suelo agrietado desde el primer día, unas ventanas que no se han cambiado y una incesante proliferación de goteras y humedades, hasta el punto de que próximamente habrá que volver a actuar en dicho inmueble para intentar arreglar unas irregularidades incomprensibles para el ciudadano de a pie, que, consciente de lo que cuesta ganar un dinero, lo gasta con celo y cuidado, nunca jamás alegremente y sin control alguno, como parece ser regla general en nuestro ayuntamiento y demás administraciones públicas.

La inversión y el gasto público son, qué duda cabe, totalmente necesarias, y más aún en una ciudad como Villena, que adolece de tantas y tantas infraestructuras básicas para el bienestar de sus ciudadanos y sus asociaciones. Pero ello en ningún momento justifica la ausencia de planificación y control, el gasto desmedido y el despilfarro de fondos públicos en que se convierten algunas de estas actuaciones, que bien planteadas en origen podrían ser motivo de orgullo para todos, pero que, dejadas en manos de personas poco capacitadas y sin ningún tipo de exigencia por parte de las instituciones, acaban convertidas en un pozo sin fondo que no hacen más que erosionar los ya de por sí mermados presupuestos municipales.

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