Peor sordo que el que no quiere oír
Ya sé que lo habitual es utilizar la expresión no hay peor ciego que el que no quiere ver (imagino que funciona igual en femenino), pero créanme que aquí y ahora es más conveniente cambiar la ceguera por la sordera y que en el fondo tampoco cambia tanto el asunto, el mensaje final.
Es más oportuna la sordera porque vamos a hablar del concierto que realizó el grupo Noun en el Pabellón Festero a.F. antes de Fiestas. Un evento que no ha traído ni pico ni cola pese a que sumaba todos los puntos para que así fuese. Incluso la COPE villenera los tuvo en antena durante toda la semana anterior al concierto, lanzando diariamente en su espacio informativo fragmentos de la entrevista que habían realizado.
La historia, si nos vamos a mirarla por el lado bueno, si nos dejamos de excusas y de absurdos, tiene miga. Porque el evento responde a varias cuestiones de importancia: podría haber cubierto esa actividad juvenil previa a las fiestas por la que el Equipo de Gobierno apostó el pasado año. Una actividad ofertada popularmente y con un público mayoritariamente joven. Una actividad con la que muchos ciudadanos y ciudadanas estuvimos de acuerdo el año pasado aunque receláramos que pudiera ser una mera estrategia para justificar el gasto de la Plaza de los Toros portátil. Una actividad este año planteada por un grupo musical de Villena para presentar su primer disco realizada de modo voluntario y sin ánimo de lucro. Y ahí es donde me pierdo: por qué el Ayuntamiento con este conjunto de puntos a favor no se subió al carro.
Más allá del apoyo municipal a la actividad no dejó de sorprender la presencia de la policía municipal durante casi todo el concierto. Como si se tratara de una actividad de alto riesgo cuatro policías municipales se situaron junto a la barra del recinto en una vigilancia que llegó, por lo visto, a requerir la presencia de hasta ocho agentes en la zona. No hace falta decir que al llegar a tal cifra yo los miraba impávido, sin poder evitar pensar en la seguridad del resto de la ciudad. Porque una cosa es que un portero maleducado infrinja la ley metiendo su pezuña hasta el fondo de los veinte centímetros de tu cartera en la puerta de los Piratas (ya veremos si queda sólo en eso); y otra que nuestras fuerzas de seguridad no sean capaces de determinar el potencial de riesgo de una actividad y concentren allí casi a la totalidad de sus efectivos abandonando a su suerte al resto de la ciudad, repito.
Ver para creer. En cuanto al concierto, os aseguro que os hubiera gustado. Nuestros agentes no se lo perdieron.