Pero no espectáculos
No ha menester que el gobierno divierta al pueblo, pero sí que le deje divertirse
En la última década del siglo XVIII, el ilustrado asturiano Gaspar Melchor de Jovellanos, en el Informe sobre espectáculos o Memoria para el arreglo de la policía de los espectáculos y diversiones públicas y sobre su origen en España, afirma taxativamente que este pueblo necesita diversiones, pero no espectáculos. No ha menester que el gobierno le divierta, pero sí que le deje divertirse.
Está claro que Jovellanos se refiere a espectáculos en su sentido más literal. Entonces… comedias, toros, teatros y otros entretenimientos que consideraba magníficos como costosos. Y por ello inasumibles para el Estado. Por lo que recomendaba dejar hacer al pueblo, facilitándole días de asueto para que el pueblo se divirtiera como popularmente sabía divertirse; mediante romerías y juegos.
Porque pasear, correr, tirar a la barra, jugar a la pelota, al tejuelo, a los bolos, merendar, beber, bailar y triscar por el campo, llenará todos sus deseos y le ofrecerá la diversión y el placer más cumplidos. ¡A tan poca costa se puede divertir a un pueblo, por grande y numeroso que sea!
Por mi parte, forzando la cita cuando dice pero no espectáculos, trayendo la cuarta acepción de "espectáculo" que recoge la RAE, la que lo define como acción que causa escándalo o gran extrañeza, digo/pido que el gobierno o los gobiernos eviten el espectáculo, esto es, el escándalo. Y sí, que a nosotros, necesitados de diversión, nos dejen divertirnos. Sin más.
