Mi idea inicial era haberles recomendado el pasado viernes algunos cómics de terror con el fin de celebrar la noche de Halloween y la festividad del Día de Todos los Santos. Y sí, ya sé que Halloween no es una fiesta de origen hispánico, pero también celebramos la Navidad y que se sepa Jesucristo no nació en Albacete. Pero como las espléndidas Benedetta y Titane amenazaban con abandonar pronto la cartelera provincial no quería dejar pasar la ocasión de recomendarles que fuesen al cine a verlas aprovechando el largo fin de semana... Y también porque para leer un buen cómic, sea de terror o no, cualquier momento es bueno. Así que vamos a ello.
Los tres títulos que les recomiendo hoy son todos ellos adaptaciones literarias, y podrían por tanto nutrir una de esas columnas que escribo regularmente sobre versiones en viñetas de textos previos; pero también tienen en común, como les decía, una temática terrorífica de plena actualidad en estos días. Y es de justicia empezar por una recuperación tan encomiable como la de Grandes de lo macabro. Primero, porque la obra en cuestión adapta a varios autores fundamentales de la literatura universal -típicos del género o no- como Edgar Allan Poe, H. P. Lovecraft, Victor Hugo, Arthur Conan Doyle, Franz Kafka o nuestro Gustavo Adolfo Bécquer. Y segundo, porque supone la recuperación de un autor como Joan Boix, veterano guionista y dibujante afortunadamente todavía en activo, al que descubrí en unas añejas ediciones de la segunda mitad de los años ochenta a cargo de la desaparecida editorial Astri; y cuyo trabajo -que incluye también historietas originales suyas- brilla con todo su esplendor en este nuevo volumen en tapa dura.
El tomo en cuestión cuenta con una espectacular portada a cargo de Joan Boix realizada ex profeso para esta edición; y es que, como decía, este autor nacido en Badalona en 1945 sigue trabajando en la actualidad; y en los últimos años ha dibujado historietas protagonizadas por el Capitán Trueno para el mercado nacional y otras del no menos mítico The Phantom para el internacional. Pero en el caso que nos ocupa, se trata de una recopilación de una veintena de historietas breves de terror que vieron la luz por vez primera hace ya casi medio siglo en el seno de cabeceras tan míticas como Dossier Negro o S.O.S. Si se me permite destacar algunas, citaría la espléndida versión de La metamorfosis de Kafka -texto adaptado en varias ocasiones, por otra parte- o las originales “Réquiem para una figura” y “Penny”, respectivamente un magnífico ejercicio de estilo y un delicioso cuento de terror gótico.
Es precisamente uno de los autores adaptados por Boix, H. P. Lovecraft, quien aporta el original literario a El color que cayó del cielo. Esto es: el cuento homónimo del que ya les hablé al hilo de su publicación como relato ilustrado y la más reciente adaptación al cine dirigida por Richard Stanley y protagonizada por Nicolas Cage. En esta ocasión, se trata de una adaptación a cargo de un autor japonés que no reniega de un estilo ciertamente reconocible como el de un manga, pero que hace gala de un mayor detallismo que el que presenta el grueso de los cómics que nos llegan del País del Sol Naciente.
El autor en cuestión es Gou Tanabe, del que ya pudimos leer anteriormente otras versiones del escritor de Providence: una recopilación de historias breves (esta a cargo de la editorial Ivrea) y nada menos que la adaptación en dos volúmenes de la célebre novela corta En las montañas de la locura. En esta ocasión, Tanabe ha elegido contarnos en un detallado e inquietante blanco y negro las peripecias del ingeniero contratado para realizar un estudio con el fin de edificar un lago en un remoto paraje llamado Arkham y de lo que allí encuentra, empezando por la historia de una familia de granjeros en cuyos terrenos cayó un extraño meteorito venido del espacio exterior. El horror primigenio fruto de seres innombrables que prácticamente inventó Lovecraft y que contó con innumerables seguidores -no todos a la altura del maestro- ha encontrado en los lápices y las tintas del japonés un más que digno discípulo que mantenga vivo su legado.
Completa la triple recomendación de hoy la adaptación de un relato de los hermanos Grimm. Quizá todavía les sorprenda a algunos la inclusión de un cuento perteneciente a la tradición popular de transmisión oral en una nómina de literatura del horror. Pero a estas alturas no debería ser necesario recurrir ni a la teoría literaria de Bruno Bettelheim ni a cultivadores postmodernos del género como la inigualable Angela Carter para darse cuenta de que Caperucita Roja, Blancanieves, La Cenicienta o Hansel y Gretel -por citar solo cuatro de los muchos recopilados y fijados literariamente por esta pareja de hermanos- son genuinos cuentos de miedo con todas las de la ley.
En la misma línea podemos considerar a El enebro -que no debe confundirse con el texto homónimo escrito por otro autor, este contemporáneo, de literatura de terror: Peter Straub-, un relato cuya historia original ha sido vertida ahora al noveno arte por Núria Tamarit. Esta autora, a la que descubrimos como la dibujante de Duerme pueblo y ya como responsable única de la estupenda novela gráfica Dos monedas, vuelve a dar muestra de su indudable talento con esta nueva obra sobre un matrimonio que anhela tanto un hijo que se les concede el deseo a cambio de que la madre muera en el parto. El conflicto tendrá lugar cuando la segunda esposa del viudo le dé a este una nueva descendencia pero no sea capaz de sentir amor maternal por el fruto de su predecesora. El contraste entre la crueldad subyacente de los hechos narrados y la limpieza casi naif del espléndido dibujo de Tamarit recuerda precisamente a la característica naturaleza esquiva de los cuentos de los Grimm y otros narradores de antaño como Andersen o Perrault. Que es de lo que se trataba, o al menos eso pienso yo.
Grandes de lo macabro, El color que cayó del cielo y El enebro están editados por Aleta,
Planeta Cómic y La Cúpula respectivamente.