Cultura

Política cultural (y epílogo)

Vuelvo. Porque no fue justo cerrar de forma tan cortante la semana pasada, sin dejar siquiera una frase tras la enumeración de posibles escenarios futuros para nuestra Casa de la Cultura. Reconozco que fue descortés, que aun sin ofrecer una respuesta sobre la opción correcta ni plantear soluciones alternativas, uno no puede marcharse así, de repente, dejando la cuestión en la mesa.
En mi favor diré que fue debido a la falta de espacio y que estas líneas son mi modo de disculparme con ustedes (y también, créanme, conmigo mismo). Cuando elegí Política cultural como título para estas reflexiones (sin saber cuántas palabras me costarían) no lo hice de un modo fortuito. Habían pasado unas semanas desde que la dirección de la Kakv quedara vacía, y aunque ese era mi punto de partida era consciente de que el problema no se circunscribía únicamente al gobierno de la Casa, porque ¬–como ya hablamos– el cometido de la Casa consiste en realidad en la dinamización cultural de toda la ciudad.

El pasado sábado me crucé casualmente con Paco Cherro. Aproveché para preguntarle por la fecha del espectáculo de percusión que cada año protagoniza su alumnado en la Plaza de Santiago. Paco me dijo que no tendremos actuación este verano. Una decisión tomada por la Sede Universitaria me pareció entender a primera vista. Recordé entonces que para mí los cuatro –creo– últimos veranos parecían haber sido inaugurados con el traqueteo de los tambores en una Plaza incapaz de acoger la multitud que acudía a la celebración. Desde aquella primera actuación hasta hoy (el hoy del pasado año) la actividad ha aumentado su poder de convocatoria, se ha convertido en costumbre.

No sería justo cargar tintas contra la Sede por no contar con la percusión un año más. Es en realidad la Concejalía de Cultura de Villena quien debe valorar el sostenimiento o no de las actividades culturales. Pese a otros organismos. Es por eso que cito este ejemplo. Si me preguntan cuál es para mí el mejor camino para solucionar el problema que hoy presenta la Casa de la Cultura yo les diré que el mejor camino, transcurridos más de veinte años desde el proyecto inicial, sería comenzar un nuevo camino. Un nuevo camino cimentado con la experiencia acumulada, adaptado a estos nuevos días que velozmente se han diferenciado de aquellos primeros, comunicado y acordado desde su base con el resto de áreas con las que ha de colaborar. Creo que si nuestro concejal de cultura Francisco Abellán realmente apuesta por ofertar la plaza vacante (con una interinidad muy larga, me temo) debería considerar valientemente apuntar hacia un proyecto que sea capaz de asumir la línea y los logros del viejo proyecto cultural y conjugarlo con las nuevas circunstancias para entonces partir desde cero.

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