Política en Villena
La mañana del pasado 6 de diciembre, en el transcurso de las ceremonias dedicadas a nuestra Constitución, no tuve otra ocurrencia que encender el televisor. Tal imprudencia me situó frente a un señor con incontables inviernos a sus espaldas sacudiéndose airadamente mientras decretaba sin rubor ni vergüenza: Escucho a algunas personas pedir que se reforme la Constitución. ¡Que se reforme la Constitución! Pero no oigo a nadie decir qué es lo que se tiene que reformar. Nadie dice qué es lo que hay que cambiar. Yo tomé aire y esperé ciertamente perplejo, pero al ver que nadie lo echaba del plató decidí hacerlo yo mismo apagando el aparato.
Queda claro lo poco que cabe esperar de esa gente sabia que los medios de comunicación insisten en contratar para alimentar la confusión y la irritación, para echar más leña a este fuego que ya es un incendio propagado por demasiadas áreas. Queda claro que ya cabe la mentira con mayúsculas para acompañar a la conocida demagogia con la que nos hemos criado. Y queda claro que de nada sirven los medios de comunicación para formarse un criterio sobre ningún tema que esté sujeto al interés político. Y es una pena que alguien que supuestamente nos representa pueda decir por ejemplo que el gobierno del Partido Popular en la Comunidad Valenciana fue un modelo y un orgullo, cuando todavía pesan casi una decena de causas judiciales contra él. Pero más penoso es que los medios de comunicación se presten a darles pábulo, e incluso una cobertura en beneficio de esos intereses políticos.
A nadie se le escapa el enfrentamiento entre posturas políticas fomentados a través de discursos. A nadie se escapa esa pérdida de formas que llega a nuestra ciudad a través de las redes sociales. El brebaje ponzoñoso está servido y hay quienes lo toman a tragos hasta poner su ignorancia por encima de los argumentos o del respeto al resto.
Es por eso, queridas personas, que ahora que comenzamos a notar los pies mojados por el siempre prematuro y oficioso inicio de la campaña electoral, deberíamos intentar adoptar una postura realmente honorable capaz de alzarse sobre la mediocridad y las mentiras. Frente a la excesiva crispación y falta de formas, deberíamos evitar opinar sobre lo que no sabemos y evidentemente esforzarnos por informarnos sobre esos asuntos si realmente los consideramos de interés para nuestra sociedad. Evitar el insulto, el desprecio y la propagación de difamaciones y de medias verdades. Mantener una actitud digna, pese al previsible recrudecimiento de los talantes políticos, para ser personas dignas. Al menos en Villena. Para poder sentir orgullo por nuestra ciudad y sus gentes. Por nuestra ciudad de hoy y sus gentes de hoy.