Vida de perros

Por si no hubiera bastante

Por si no hubiera bastante discusión en nuestro fuero, vienen pueblos circundantes a menear su plumero. Si el agua trae el debate, todos están de duelo, nos acusan de tunantes por explotar nuestros suelos. Aparece un contrincante, reclama el agua de riego y luego con gran semblante ofrece su tierra al juego. Ante Camps y el del Talante nos señalan con el dedo, prisas de mal estudiante, mucho oficio de usurero. Nos llaman malos regantes, lobos con piel de cordero y nos hacen el desplante al oliscar el dinero. Por si no hubiera bastante discusión en nuestro fuero, vienen pueblos circundantes a menear su plumero. Ojalá quede ignorante Danone de estos desvelos para que siga adelante sin tomarnos por fuleros, que en la tierra del infante no llega nada a buen puerto: vive años de elefante pero termina en lamento. A Martínez desafiante nadie le roba el consuelo, mira el mundo hacia delante curtido con tantos fuegos. Yo desearía un instante verlo luchar los terrenos donde Villena se expande y promete ocio a su pueblo.
Que alguien no beligerante haga al fin real el sueño, porque Yecla está expectante y se ofrece con esmero. Por si no hubiera bastante discusión en nuestro fuero, vienen pueblos circundantes a menear su plumero. Si tener es importante no menos lo es ser sincero, tanto con el demandante como con todo tu pueblo. Pero si queda vacante la decisión de aquello que ya resulta apremiante pareces tomar el pelo. Y es normal que algún amante se aproxime a un buen lucero si el novio lo deja aparte sumido en su hosco recelo.
Sumido durante un tiempo, quién sabe si días o años, en un estado de gracia en el que las noticias locales de ayer y de hoy se entremezclan hasta ser una sola –la misma–, al fin algo rompe la burbuja: Villena no está sola en el mundo, quizás no existan otras civilizaciones en nuestra galaxia, también podemos dudar de la existencia de otros continentes más allá de Europa, puede que no creamos que hay algo más allá de lo que abarcan nuestros ojos (a mí a veces me ocurre), pero tras los últimos acontecimientos ya no cabe duda de que hay vida al menos a unos kilómetros de Villena. No son sólo pequeñas señales de vida, sino señas que se muestran dispuestas a disputar las oportunidades que se presentan a nuestra pequeña sociedad. Pero no nos engañemos, queridas personas, quién no lo haría.

Y ya no se trata de aquellas empresas que quisieron asentarse en Villena y por tal o cual historia –siempre distinta, según datos consultados– no lo hicieron. Se trata de ciudades vecinas que deciden ofrecerse a quienes desean implantarse en nuestra ciudad. ¿Quién no lo haría, dadas las circunstancias, repito? –me pregunto antes de plantarme ante un ficticio enemigo. Me limitaré a un ejemplo: imagino a la ciudad de Yecla contemplándonos desde unos kilómetros allá, quizás embargada por una sana envidia cuando hace ¿diez años? nuestra ciudad iba a ser “bendecida” con la llegada de un Centro Comercial. Imagino a nuestros vecinos enganchados a este serial que continuamos protagonizando, a esta telenovela cuyo guión gira y gira con la finalidad de que la chica pobre jamás pueda casarse con el adinerado chico guapo. Imagino por último que ante el hastiante argumento y tras un último nuevo incidente que impide la relación de nuestros protagonistas, uno se decida a entrar en juego. No les culpo. Lo extraño es que el chico guapo no se haya convertido en un viejo feo, que todavía esté presente en tal historia. Al parecer los negocios duran más que el amor.

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