Promesas arriesgadas
Reconozco que no pude evitar engancharme al televisado debate sobre el Estado de la Nación. De la Nación con mayúsculas, pues nada deberían pintar en este debate ni la recién surgida nación catalana, apoyada por la izquierda y el nacionalismo, en fase de revisión por parte del Tribunal Constitucional, ni tampoco la realidad nacional andaluza que apoyaron todos los partidos, incluido el camaleónico Partido Popular.
ZP afirma que el concepto de España como Nación es discutido y discutible, lo que rompe con los compromisos que todas las fuerzas políticas asumieron durante el llamado espíritu de la transición, término al que parece sobrarle las dos consonantes centrales.
Da lo mismo el objeto del debate o que la crisis se haya cebado especialmente dentro de nuestra piel de toro, pues unos y otros venden su marca como si de un producto milagro se tratara. Todos los votantes conocen y asumen que las promesas de los políticos no resultan fiables, pero aun así cada cual vota a los suyos aunque sean unos paquetes en la misma línea que, por ejemplo, los aficionados madridistas defienden a sus jugadores aunque sean castañas pilongas. Y después de todo, ocurre que unos y otros perciben sus emolumentos independientemente de los objetivos logrados. Todo lo peor que les puede suceder es que al cabo del tiempo dejen de ser titulares para optar a puestos secundarios que los relegarán a cargos de confianza con nombramientos a dedo y con similares privilegios.
Es cierto que a nivel local las consecuencias de las promesas arriesgadas pueden ser algo más dañinas para los osados prometedores. Ahora verán por qué. Muchos aficionados a los toros, sobre todos aquellos a los que los partidos políticos les importan un pimiento, andan preocupados por el desenlace del derribo de nuestra plaza de toros. Me paran por ahí y me preguntan qué opino sobre la marcha de los acontecimientos. La verdad es que desde que analicé el video famoso incubé la tendencia a pensar que era ciencia ficción y que, aunque se pudiese ejecutar fielmente, no resultaba una garantía de que en tal coso pudiesen celebrarse corridas de toros con normalidad. Sin embargo, tras el barrido electoral llegó la promesa del presidente de la Generalidad, la alcaldesa de nuestra ciudad reiteró la suya desde la tribuna que le brindó El Mundo, aunque previniéndonos a todos de que posiblemente hasta el tercer año de gobierno Por último, con todo lo que está cayendo dentro y fuera de su partido, la concejal de Urbanismo volvía a prometer todo lo prometible y, sin titubear, marcaba una fecha cada vez más cercana para el comienzo de las obras.
Que así sea y permitamos que el tiempo sea el juez, porque si durante el anterior gobierno la plaza de toros sufrió daños y amenazas, más amenazas que daños, cuyas autorías nunca se podrán demostrar, el actual gobierno será el responsable manifiesto de la demolición de los imprescindibles corrales y tendidos.
Las promesas no afectan a todos por igual, porque a ZP o a Camps nunca los verán pasear por las calles de nuestra querida Villena.