De recuerdos y lunas

Pronto será tarde

Pronto será demasiado tarde para solucionar el problema de la “desastrosísima situación que atraviesa la educación en nuestro país”. Lo ha escrito el profesor Ricardo Moreno Castillo en la introducción a su “Panfleto antipedagógico” (Leqtor, 2006). Y así será si no se toman medidas. Medidas que, vista la última ley de Educación, no se van a tomar. Así que a joderse. Y el profesorado a seguir contando los años que le quedan para jubilarse como un reo cuenta el tiempo que le queda para recuperar la libertad. Precisamente este anhelo por la jubilación que cada vez se da más entre profesores que no han cumplido siquiera los cincuenta es una de las razones que llevaron al autor a escribir este panfleto que es libro juicioso. No menos el intentar responder a esa pregunta que desde la tristeza y desde la soledad se hacen muchos docentes en estos tiempos: “por qué una profesión que escogí porque quise, y que durante los primeros años de mi vida profesional me ha dado tantas satisfacciones, ahora no me ilusiona.” Esto doliente que nos pasa, lo confiesa el autor en el epílogo donde por cierto, entre otras cartas de lectores recopiladas, hay una del escritor Antonio Muñoz Molina que –por bella– no tiene desperdicio.
La liebre la levantó Fernando Savater. El filósofo, en un artículo publicado en EL PAÍS, titulado “Turistas y piratas”, aludía a un panfleto antipedagógico difundido por internet. Éste que ahora, impreso, apunta nuestras palabras. La alusión de Savater catapultó por la red un boca a boca al estilo “pasalo” hasta esta edición en libro que los devotos de Gutenberg agradecemos. Así, con la difusión del panfleto, el personal en general se puede enterar de los despropósitos de una legislación educativa lesiva para la sociedad, y el profesorado en particular ha visto hecha altavoz su voz preocupada frente a la tribu de los pedagogos Marchesi, éstos que han triturado desde los tiempos de la LOGSE el sistema educativo preuniversitario y que ahora, bajo la capa europeísta, amenazan con desguazar la enseñanza universitaria.

El libelo está lleno de cabo a rabo de sensatez. El autor no habla desde la distancia sino desde una realidad conocida en el día a día, desde la experiencia. Por ello se escucha con claridad la voz que se oye en los Claustros, voz en ocasiones autorreprimida por aquello de una pacata progresía o por el miedo a que se nos acuse, a los profesores díscolos contrarreformas, de no haber cambiado el chip que –dicen– era necesario cambiar para comprender la reforma educativa. O de no estar, como profesionales, preparados para los nuevos tiempos. Ricardo Moreno es profesor de Matemáticas en el Instituto Gregorio Marañón de Madrid y profesor asociado en la Universidad Complutense. De formación matemática, y también filosófica, reflexiona y argumenta en torno a su preocupación. Que “Panfleto antipedagógico” esté escrito con sensatez no nos exige estar al cien por cien de acuerdo con el autor. Por ejemplo yo, como otros lectores, pondría algún pero, y nimio, al capítulo “Por qué no se debe estudiar religión en la escuela pública”. Mas la honradez del discurso, la sinceridad, siempre aleja la disputa e invita al diálogo.

Que la puta realidad está en el libro, y que en el libro se denuncia con cognición, se evidencia en el discurso que trae el autor cuando recuerda el caso de un Consejo Escolar que le negó la razón a un profesor que pidió a un alumno que se quitara la gorra. Al profesor se le hurta la razón y al alumno se le permite la gorra. Pronto, sin duda alguna, será tarde.

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