¡Qué país! Notas sobre política y deporte
La semana viene disparada por las noticias que nos regala el Partido Popular. Para comenzar nos presentaron al señor Manuel Pizarro, ex-presidente de Endesa para quien no lo conozca, como segundo de lista y como presunto competidor del actual vicepresidente económico don Pedro Solbes.
Y resulta que el asunto se llega a tratar en tertulias y mentideros como si de un asunto deportivo se tratara. Se comenta que el PP ha fichado al señor Pizarro, un galáctico de la economía (no dicen crack por lo que implica en dicha área) que pondrá en jaque al cancerbero rival. Solbes mientras tanto permanece en su equipo, aunque se comenta desde la competencia que las últimas carreras las rodó con cierta desgana, quizás porque su equipo no consiguió ajustar los reglajes de su bólido con oportuna concordancia a ciertos circuitos.
Y así, con tales analogías va avanzando el panorama político. Quizás se utilice este lenguaje por vicio, o quizás se busque provocar interés fundiendo aquello que menos interesa al respetable con aquello que mayor fervor suscita. Aunque digo yo que tal y como anda el fútbol últimamente deberíamos andarnos con cuidado, no sea vayamos a favorecer comentarios parejos a los que mueven el Valencia F.C., Ronaldinho, Lotina o Víctor Fernández. Tampoco resulta mucho mejor acercarnos a la Fórmula Uno por ejemplo, donde Alonso dice estar feliz con su reciente estreno en el equipo de Renault. Salir del fuego para caer en las brasas dirán otros. Imagino con todo que Alonso sí sabe lo que se juega, ha vivido el tiempo suficiente en este país para tener la certeza de que un par de carreras en el quinto puesto son suficientes para que sus fans abandonen la reciente afición y confianza y comiencen con aquello de está acabado (y continúo hablando de Alonso, aunque Pizarro podría tomar nota).
En el caso de Pizarro, que me da a mí que a eso de la política le debe estar dando desde hace ya algún tiempo, pienso que podría ocurrirle como a Garzón: que el funcionamiento político no se puede llevar al terreno empresarial (ni siquiera a la lógica) por mucho que presente a priori grandes resultados: ya se sabe que en política existen miles de pequeñas y desconocidas causas que consiguen que cualquier buena idea no sea aceptada o que hagan que fracase de forma estrepitosa. Pese a todo nada impide a este antisocialista presentarse a listas y pretender un puesto, tiene la cartera lo suficientemente llena para fracasar en política o en primera división de fútbol, y ustedes entienden que no les hablo de la cartera ministerial. Su presentación ha sido aclamada aunque rápidamente haya sufrido lo que yo para entenderme llamo efecto Calcuta, que se produce cuando un gran acontecimiento eclipsa a otro (en mi referencia: muerte de Teresa de Calcuta vs. muerte de Diana). En este caso no deja de producir cierta extrañeza que Mariano no previera el efecto: presentar a uno y despachar al día siguiente al popular popular Gallardón. Ay Alberto, diría mi amigo Paco sin entrar en materia, qué malas son las mujeres.
Sea como sea ahora el PP se antoja como el pupas de la liga y el asunto del alcalde de Madrid es tan oscuro y dado a extraños teoremas que ya nadie piensa en lo que hay detrás del caso Cañizares-Albelda. Mientras, Rajoy nos dice yo al menos no dependo más que de aquellas personas que no me conocen de nada y a las que yo no conozco de nada, quizás emulando aquella frase de Blanche en El Tranvía llamado Deseo: siempre he dependido de la amabilidad de los extraños.