Apaga y vámonos

Que Wii, Wii, Wii…

Lo admito: servidor es una de esas personas a las que la polémica artificial Papá Noel – Reyes Magos se la trae al fresco. Pragmático que es uno, desde pequeñito siempre he pensado que, puestos a disfrutar más días de los juguetes y las vacaciones, mejor que llegaran los regalos en Nochebuena que el 5 de enero. Y porque no había posibilidad de recibirlos en octubre, que si no…
A los férreos defensores de las tradiciones habría que recordarles que Papá Noel, o San Nicolás, o Santa Claus, como quieran, no es invento de la Coca-cola, sino un personaje de origen cristiano inspirado en un tal obispo Nicolás que vivió por el siglo IV en la actual Turquía y cuyas reliquias aún se conservan en la basílica de Bari (Italia). Además, eso de defender tradiciones a mí me chirría un poco, porque puestos a la demagogia en su día también era tradicional quemar “herejes” o darle una buena hostia a la parienta de vez en cuando (que si te pega es porque te quiere, tonta).

Otro argumento de los apóstoles del que-me-quede-como-estoy que me hace mucha gracia es ése de que el gordo barbudo representa el consumismo desenfrenado en contraposición a los venerables ancianos de Oriente (a cuyos descendientes ahora despreciamos en tanto que inmigrantes, pero ésa es otra), cuyos fines son distintos, faltaría más, aunque a la hora de la verdad tanto uno como otros lo único que quieren es que desenfundemos la VISA y pasemos por caja. Y por cierto, el que se tiene que estar descojonando es el fabricante de esos horteros pendones con el nacimiento que han asaltado nuestros balcones este año para defender la pureza del pesebre frente a los escaladores vestidos de rojo. Frente al consumismo irresponsable… más gasto en chorradas, por mucho niñico que salga y mucho burro que lo caliente. En fin, ¿qué quieren que les diga? Hagan la prueba, como yo: pregunten a los verdaderos protagonistas de estas fiestas y se harán a la idea de que los pequeñajos lo tienen clarísimo: los regalos, cuanto antes, mejor. Lo siento, SS.MM.

En cualquier caso, lo de Santa ya pasó y mañana vienen los Reyes, a los que desde aquí me permito aconsejarles un regalo único. ¿Conocen la Wii, amigos? Supongo que sí, aunque si queda algún despistado le explicaré que es una consola de videojuegos cuya principal característica estriba en su mando de control, que gracias a su naturaleza inalámbrica permite a los jugadores disfrutar del tenis, el golf, los bolos o el boxeo (por citar sólo algunas disciplinas) imitando sus movimientos y golpeos. Y aquí –gracias una vez más, querido AFD– viene la genialidad que convertiría a la “Wii Villenera” en el invento más importante desde el carrito de calenticos de las Dianas: boxeo, bolos, golf o tenis están muy bien, pero no me digan que no tendría más gracia mover el mando como quien remueve una gachamiga, con vuelta incluida. O como quien prepara un mortero de ajo, con el riesgo de talarse siempre acechando. Imagínense a esos cuatro amigos echando unas manos de truque o dominó virtual, o empinando el codo para echarse al coleto un chorro de tintorro del porrón, golpeando una imaginaria estornija o reproduciendo los majestuosos movimientos de algún afamado cabo del Bando Moro por una Corredera recreada cual plaza de toros en un DVD…

Si algún avezado inversor está interesado en apostar por mi idea, quedo a su disposición, aunque ya le adelanto que las posibilidades son infinitas. Y además, tenemos hasta la música para los anuncios: “Que Wii, Wii, Wii, los de Villena, los de Villena…”.

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