¿Queremos ya ¡Ya!?
Quizás haya sido Mahmud AhmadineYAd quien ha dado origen al texto que tienen delante. Quizás no diré, para no dar pie a hostilidades. Con todo Mahmud, el hombre con tan dificultoso y poco popular apellido, que resulta más difícil de pronunciar que el símbolo del artista anteriormente conocido como Prince, nos ha proporcionado algunas carcajadas esta semana. Ahmadineyad ha afirmado en la norteamericana Universidad de Columbia a la que ha sido invitado, que en Irán no existen problemas, ni hay represalias contra los homosexuales.
El razonamiento que le lleva a pronunciar tal declaración es, según él, el hecho de que en su país no hay homosexuales (dichas palabras obvian los ahorcamientos a iraníes con inclinación homosexual presenciados por medio mundo). Pero no hay que cebarse únicamente con el presidente iraní, también George Bush ha aprovechado la ocasión para lanzar él mismo otra frasecilla de las que pasarán a la historia. Y es que se ha tomado la libertad de afirmar ante la Asamblea General de la ONU que no se puede permitir que algunos países continúen violando la Declaración de los Derechos Humanos (algo que no tiene que ver con la popular residencia de Guantánamo). Ambos son sin duda casos en el que el cinismo se muestra con toda su pureza destructiva.
Pero retomemos el asunto, queridas personas, porque si nos ponemos internacionales se nos escapa de las manos. El asunto es el de las soluciones ya. Término que viene a significar en la acepción utilizada: inmediatamente, ahora mismo. El ya casi obliga a la acción, a la decisión, a la determinación (esa cosa tan poco utilizada por nuestra Villena actual). El ya obliga a la solución inmediata, no a la mejor, no a la rentable, no a la duradera, sino a la inmediata. Es comprensible la desconfianza que tenemos ante las soluciones provisionales, pero más incomprensible resulta insistir en una solución inmediata, que condenará a perpetuidad, sin prever las consecuencias a medio y largo plazo. Mejor sería decir que no queremos soluciones, que necesitamos soluciones. Pongamos el caso de los problemas surgidos tras las lluvias, ¿quién desea una solución que nos vuelva a poner en peligro transcurridos cinco, diez años? Nadie. Y aunque sea necesaria una intervención inmediata, lo realmente importante es conseguir una solución definitiva.
Se escapaban comentarios a raíz de las soluciones que precisa Villena respecto a la ejecución de la Nueva Plaza de Toros. Venían referidos a la importancia de priorizar el gasto comunitario y obviamente situaban el levantamiento de tal edificio por detrás de otras intervenciones. No diré que no me sume a tales reflexiones, aunque me mantenga en la duda sobre si la realización del proyecto de la plaza no será determinante para la continuidad del presente equipo de gobierno como muchas voces afirman, y por ello se insista en la ejecución. Si fuera así nos encontraríamos una vez más ante una situación en la que el ya se impondría a la necesidad. El ya nos entregaría un edificio, una boca más que alimentar, sin proyección real, sin proyecto sociocultural que lo requiera, sin necesidad manifiesta. Miento, manifiesta sí, por la Peña Cultural Taurina Villenense por ejemplo, colectivo que dudo que albergue representatividad en nuestra ciudad. Pero en cualquier caso, nuestra alcaldesa Celia Lledó, representante de nuestros deseos e intereses, siempre podrá hablarnos desde el balcón de su nuevo despacho a los villeneros y a las villeneras y, al igual que Mahmud o George, decirnos que Villena quiere, desea y necesita una plaza de toros. Aprendiendo de las palabras de los grandes hombres se alcanzan grandes logros (y si no, que se lo digan a Aznar).