Querida alcaldable, querido alcaldable:
Me encantaría votarte en las próximas elecciones municipales convencido de que te lo mereces gracias al trabajo realizado durante estos últimos cuatro años. Mientras delibero sobre a quién destinar mi voto, quisiera crear una balanza en cuyos platillos cupieran alternativamente los aciertos y los fallos, los éxitos y los fracasos, el fondo y la forma o la voluntad de servicio y la negligencia.
Me encantaría votarte a ti junto con todos aquellos que concurren en tu lista y son merecedores de mi confianza, de mi agradecimiento y de mi voto. Sin embargo por votarte a ti y a estos, también cargaré con unos sobre los que tengo serias dudas de su honestidad, deberé votar obligatoriamente a otros de los que tengo absoluta certeza sobre su incompetencia, también a unos cuantos sin experiencia en algo tan serio como administrar el erario y a aquellos que buscan en el Ayuntamiento una salida profesional por la vía rápida y sin otra voluntad que la de servirse de las urnas.
Te votaría si pudiese elegir de entre los que me propones y que considero adecuados, a sabiendas que esta elección sería completamente subjetiva. Pero si el electorado al completo pudiese tamizar de este subjetivo modo a los candidatos, el resultado final contendría plena objetividad y mostraría la voluntad popular sin sesgos. Una vez el pueblo soberano, mediante voto libre y directo, hubiese designado a los 21 mejor dotados para ejercer su función de mandatarios, se celebraría una segunda vuelta para que pudiésemos decidir a quién -entre los dos más votados y mano a mano- otorgamos el cetro de convertirse en la primera autoridad local y la misión de formar un gobierno.
Resulta evidente y de Perogrullo que ningún político en su sano juicio está por la labor de dotar a nuestro sistema electoral de una apertura en este sentido, respaldados además por las legiones de votantes irredentos a los que les importa un bledo que fulano y mengana usen sus cargos públicos en beneficio de sus seres queridos por ejemplo y que sólo se fijan en el logo a la hora de tomar la papeleta, nunca mejor dicho.
Querida alcaldable y querido alcaldable, no dudaría en votarte si estos comicios no costasen a los contribuyentes 45 millones de euros en un momento en el que en España vamos camino de los 5 millones de parados.
Querida alcaldable y querido alcaldable, ya sé que estáis viviendo la gran fiesta de la democracia pero me da pánico comprobar el patético paso de algunos de los integrantes de las listas por la empresa privada, porque no es lo mismo administrar los bienes personales que el dinero de todos y que en ocasiones parece que es de nadie.
Querida alcaldable y querido alcaldable, os merecéis mi voto por vuestro esfuerzo y dedicación, pero por todo lo anteriormente expuesto volveré a mostrar mi respeto a la Soberanía Nacional no emitiendo un sufragio que según mi conciencia carece de los mínimos requisitos aceptables.
¿Serviría de algo un 51% de no participación?