¿Quién le pone el cascabel al gato?
Cualquiera diría que ha llegado el invierno, olvidando la necesidad y el beneficio de estas lluvias otoñales. Demasiado tarde siempre respecto a esa Navidad que anticipan los ansiosos comercios. Aunque sí, las temperaturas han bajado y resultan tenebrosas cada año para más gentes que duermen en las calles o que no reúnen suficientes monedas a fin de mes para alimentar el insaciable apetito de nuestras proveedoras energéticas. ¿Hace falta que les regalen los barriles de Brent a las gasolineras para que el litro de gasóleo se acerque al euro? ¿A qué Ministerio le parecerán algún día desorbitados los precios de la electricidad o del gas? ¿Ya ha quedado como trasnochada aquella idea del Estado del Bienestar?
En tanto que contestan miles de voces menos de las que se esperan respuestas, y mientras comienzan a morir vecinas y vecinos de frío y también de hambre, a este lado de la zona de confort como llama la nueva psicología debatimos sobre la cuestionable ecuanimidad de nuestro Ayuntamiento al multar a nuestra empresa de limpieza. Considerando una serie de incumplimientos y aplicándolos según contrato, la cifra oscila entre los 75.000 solicitados por el actual Equipo de Gobierno, y los 255.000 estimados (a fecha de agosto, ahora son muchos más) por el técnico de nuestro Ayuntamiento y reclamados en su totalidad por el grupo en la oposición. Un baile de cifras que produce vértigo tanto a mí como a la mayoría de las queridas personas que leen estas líneas, más en caso de aplicarlo en propias carnes. Una diferencia que se asemeja a esas infracciones penadas con multas de entre cien y seis mil euros. Y una diferencia que dista entre la cifra propuesta por quien tiene que reclamarla y la cifra propuesta por quien habla desde la barrera y además busca poner en evidencia a quien debe reclamarla.
Una cosa bien distinta es que una parte dijera ochenta y la otra dijera noventa. Lo que además de convincente, podría dar pie a debate y a poner en entredicho la relación de una parte con la empresa infractora. Pero no, parece que hay grupos políticos que no entienden de estas coherencias, pese a todo lo que venimos pasando y sufriendo, porque para ellos lo que sigue siendo importante es el acoso y derribo del oponente con el fin de conseguir el poder, antes que la comunicación veraz con la ciudadanía. Y para ello no importa la exageración, la exhortación apocalíptica, la incitación al desprecio de su contrincante. Métodos tal vez eficaces con una población ignorante o despreocupada, a la que demuestran creer que pertenecemos.
No voy a defender al Equipo de Gobierno, voy a pensar que actúa de un modo ecuánime y voy a pensar que incrementará su rigor respecto a dicha empresa a medida que reincida en los incumplimientos de contrato. Espero que así sea, y si no lo es, espero que usted y yo se lo hagamos saber. Pero lo que me fastidia en esta historia es que me tomen por tonto y que quieran hacerme creer que donde hoy este Gobierno pide siete, este grupo en su lugar hubiera pedido treinta y siete. Y mientras tanto, los de Cs a por uvas.