Cuando ustedes puedan leer estas líneas me encontraré inmerso de lleno en la XXV edición de Unicómic, pero hoy voy a informarles de un par de charlas divulgativas de contenido cinematográfico que se celebrarán la semana próxima en la Sede Universitaria de Alicante, y que ya les adelanté hace nada cuando les hablé de la conferencia sobre el cinema giallo italiano. Como aquella, estas dos nuevas propuestas estarán dedicadas a sendas temáticas fílmicas que contarán con la proyección de secuencias y tráilers comentados por quien firma estas líneas.
La primera de estas conferencias, a celebrarse el martes 28 de marzo a las seis y media de la tarde, llevará por título “La elipsis infinita”, y se centrará en tres de las películas más complejas de entre todas las dirigidas por David Lynch: Carretera perdida, Mulholland Drive e Inland Empire. Tres filmes que constituyen lo que he venido a llamar la “trilogía hermética” de su autor, pues han dado pie a infinidad de exégesis de la más variada índole... en el primer caso cuando ha pasado ya un cuarto de siglo desde su estreno, que se dice pronto.
Estrenada en 1997, Carretera perdida supuso un giro en la filmografía de su realizador que ya sugería de forma algo más tímida la inmediatamente anterior Twin Peaks: Fuego camina conmigo: una narrativa que renuncia a la clásica estructura de planteamiento, nudo y desenlace apostando por un discurso no lineal ni tampoco sujeto al orden cronológico; dando pie así a un relato que resulta más cercano al mundo de los sueños o al de una realidad alucinada en la que el protagonista es una suerte de “narrador no fiable” que, tal y como manifiesta el músico al que da vida Bill Pullman, prefiere recordar las cosas a su manera y “no necesariamente como sucedieron”. De esta forma, en el film que también protagonizan Patricia Arquette y Balthazar Getty, Lynch urde una trama cercana al cine neonoir en la que no faltan arquetipos del género como el perdedor sin remedio, el gángster o la femme fatale.
El concepto de “fuga psicogénica” que tan buenos resultados le dio en Carretera perdida es recuperado por Lynch en Mulholland Drive, film de 2001 considerado por muchos como su obra maestra y una de las mejores películas de la historia del cine, así como la mejor de lo que llevamos de siglo. Pero esta vez el director traslada su foco a Hollywood en un ajuste de cuentas con el lado más cruel de la Fábrica de los Sueños; para ello, recurre a una aspirante a actriz interpretada por Naomi Watts que se ve devorada por una maquinaria cuya única razón de ser es el éxito en taquilla. En esta ocasión acompañó a la actriz británica otro descubrimiento inolvidable, el de Laura Elena Harring, aunque esta intérprete no ha disfrutado después de una carrera tan destacada como la de su compañera de reparto.
Un lustro después, el firmante de otras cintas más convencionales (nótese la cursiva, que estamos hablando de Lynch) como El hombre elefante o Una historia verdadera insistió en su áspero retrato del mundo del cine con Inland Empire, a día de hoy su último largometraje para la gran pantalla y sin duda la obra más críptica de su realizador, pues en comparación deja a Eraserhead o a las dos obras comentadas antes a la altura de una película concebida para el disfrute de los más pequeños. Y es que esta pesadilla de casi tres horas de metraje registrado en formato digital y que protagoniza una excepcional Laura Dern -en la piel de una actriz que consigue un codiciado papel en una producción que resulta ser un remake de una cinta polaca inacabada- ofrece un sinfín de interpretaciones que trataremos, quizás en vano, de resumir y comentar en la charla del martes.
Al día siguiente y a la misma hora cambiaremos de tercio radicalmente, pues nos apartaremos del estilo barroco y manierista de Lynch y de su querencia por el lado más oscuro, onírico y/o surrealista de la condición humana para aproximarnos al interés del séptimo arte por captar, de una forma u otra, eso que llamamos realidad: en la charla “La verdad, 24 veces por segundo” hablaremos del alumbramiento del documental, que stricto sensu nace al mismo tiempo que el propio cine, aunque será en los años veinte del siglo pasado que esta forma de entender el séptimo arte se consolidará como tal de la mano de realizadores como Robert J. Flaherty, John Grierson o Dziga Vertov. Será este último quien años después dará nombre a un grupo de realizadores de voluntad militante comandado por el recientemente fallecido Jean-Luc Godard, a la postre uno de los principales protagonistas de este viaje por el llamado “cinéma vérité” en el sentido más amplio del término.
Por ello, y tras recordar a precursores como Rossellini, Visconti, Fellini y otros maestros que cultivaron el neorrealismo italiano, no faltará un repaso por la nómina de realizadores que conformaron la Nouvelle Vague francesa, ni tampoco los de otros de los llamados “nuevos cines europeos” (con especial atención, lógicamente dado el tema, al Free Cinema británico y su contenido de denuncia social). También viajaremos al otro lado del Atlántico para glosar el nacimiento del llamado “direct cinema” en Estados Unidos y Canadá, con documentalistas como Robert Drew, Richard Leacock, D. A. Pennebaker o los hermanos Maysles. Y no faltará un repaso al “nuevo cine norteamericano” con un especial protagonismo del gran John Cassavetes, sin olvidar los trabajos más experimentales de Jonas Mekas, los primeros pasos de un director tan destacado como Martin Scorsese u otros nombres a reivindicar como Shirley Clarke o Barbara Loden; ni tampoco una glosa de la huella de esta estética en el cine de autor europeo, de la tan de moda ahora Chantal Akerman a Nanni Moretti pasando por Ken Loach o los hermanos Dardenne.
Finalmente, analizaremos el legado del cinéma vérité en movimientos y subgéneros tan variopintos como el Dogma 95 de Lars von Trier y compañía, el mockumentary o falso documental, el found footage o metraje encontrado (que tanto éxito ha tenido dentro de las fronteras del cine de terror), la correspondencia fílmica, el true crime audiovisual o los realities televisivos. Y todo ello, sin olvidar su desarrollo dentro de las fronteras de nuestro cine patrio, de Las Hurdes de Luis Buñuel a Alcarràs de Carla Simón; pasando por los nombres más destacados del nuevo cine español, los documentales de Jacinto Esteva, el cine experimental de José Val del Omar o la exitosa REC.
Como ven, se trata de dos propuestas de lo más variado, y que espero sean tan entretenidas y despierten tanto interés como aquella sobre el cine de Mario Bava, Dario Argento y otros realizadores transalpinos. Por su parte, lo único que pueden hacer para comprobarlo es venir a escucharnos: a mí, a Luis López Belda -coordinador y presentador del ciclo- y a los realizadores y personajes que se dirigirán a los allí presentes desde la gran pantalla. Quedan, pues, invitados; espero verles allí.
“La elipsis infinita” y “La verdad, 24 veces por segundo” se celebran en 28 y 29 de marzo de 2023 respectivamente en la Sede Universitaria de Alicante.