Cartas al Director

Reflexiones sobre el nuevo museo de Villena o “MUVI”

El historiador César López Hurtado reclama que el nuevo museo mantenga el nombre de José María Soler García

Con motivo de la inauguración oficial de las instalaciones del nuevo espacio museístico de la ciudad el próximo 17 de mayo, víspera del Día Internacional de los Museos, creo necesario por mi parte exponer algunas reflexiones referidas al nombre elegido para titular el recinto, en el cual se expondrán al público las valiosas colecciones arqueológicas, etnográficas y artísticas que allí se custodian, entre las que luce con todo su esplendor el Tesoro de Villena.

La primera de las consideraciones tiene que ver con la denominación de “MUVI. Museo de Villena”, que titula el flamante museo que ocupa el edificio de la antigua Electro-Harinera Villenense, adquirido, restaurado y rehabilitado, con absoluto acierto, por el M.I. Ayuntamiento de Villena. Una mención que sustituye a la primitiva de “Museo arqueológico José María Soler García”, instalación fundada en 1957 en los bajos del Palacio Municipal de la ciudad, cuyos fondos son la base fundamental de los expuestos en las nuevas salas.

Consumada esta modificación del título, por el que fue conocido durante más de sesenta y cinco años el museo arqueológico original, quiero dejar constancia en estas páginas de mi estupor por una decisión que afecta de lleno la memoria presente y la futura de su insigne fundador.

Resolución que me lleva a exteriorizar mi desazón, pues resulta muy dificultoso entender que las siglas “MUVI” hayan sustituido el nombre de José María Soler García en la designación oficial del nuevo museo. Y más, por tratarse de una personalidad de su solvencia científica, de un villenense apasionado, que estudió y explicó en sus numerosas publicaciones la historia local en todas sus facetas y épocas. Que, además, de manera desinteresada cedió a su ciudad natal los materiales obtenidos con sus trabajos y su tesón, en los yacimientos descubiertos en las excavaciones y exploraciones que llevó a efecto en el término municipal de la ciudad, desde 1940 hasta el final de su vida. Y, también, porque fue un arqueólogo y erudito, cuyas investigaciones y estudios son un referente en el ámbito nacional e internacional, en el cual goza del mayor prestigio y reconocimiento.

Su dedicación vocacional al estudio de la historia de la ciudad nos deja un copioso legado gracias a sus descubrimientos arqueológicos traído hasta nuestros días, una copiosa muestra de sus descubrimientos arqueológicos. Un excepcional conjunto de materiales, que abarcan desde el Paleolítico hasta los tiempos medievales y la Edad Contemporánea. Colección, en la que puede admirarse el Tesoro de Villena, de resonancia universal, o joyas prehistóricas de la singularidad de la Arracada de la Condomina o el Tesorillo del Cabezo Redondo.

En la ciudad de Villena, como manifiesto homenaje a personalidades destacadas, figuran sus nombres en distintos espacios e instituciones de la población. Algunos ejemplos los tenemos en el IES Navarro Santafé, el IB Hermanos Amorós; los Colegios Públicos de Educación Infantil y Primaria CEIP Ruperto Chapí, CEIP Príncipe Don Juan Manuel, CEIP Joaquín María López, la Escuela Infantil Amigo Félix y el Colegio Concertado de Educación Especial, Primaria y Secundaria Obligatoria La Encarnación (en honor a la benefactora del colegio Encarnación Mergelina Cervera).

También, la Biblioteca Pública Municipal Miguel Hernández o el Museo Escultor Navarro Santafé, son otras evidencias de estos reconocimientos. Asimismo, en el polideportivo municipal, se destacan como homenaje las brillantes carreras de los deportistas con sus apodos, como el campo “Luiche”, mote del jugador de fútbol local, Luis García Martínez, o la pista de baloncesto dedicada a “Jesús Fernández” apodado el americano de Villena.

Incluso, en el Teatro Chapí, lucen butacas con nombre en el respaldo, dedicadas a artistas prestigiosos que han actuado en el coliseo villenense, como Juan Diego Botto, Ana Belén, Carmen Linares y Carmelo Gómez.

Cabe añadir que, recientemente, el pasado 17 de febrero, con ocasión de la entrega por el Ayuntamiento del diploma de Servicios Distinguidos a la Ciudad a Eleuterio Gandía Hernández, la Biblioteca Pública Municipal Miguel Hernández, designaba la sala de estudios con el nombre del poeta.

Sin embargo, se borra el nombre de quién mereció en vida el reconocimiento y los honores que se detallan: Premio de Musicología del CSIC (1949), Medalla de Oro de la ciudad (1973), Rotulación de una calle con su nombre en Villena (1979), Medalla de Bronce al mérito en las Bellas Artes (1980), Premio Montaigne de la Fundación FVS de Hamburgo (1981), Nombramiento como Doctor honoris causa por la Universidad de Alicante (1985). Medalla de Oro de la Provincia de Alicante (1992). ¡Toda una gran paradoja!



Con estos avales y credenciales, cuesta muchísimo admitir que una persona de sus méritos sufra la desafección de que su nombre no figure en el frontispicio del nuevo museo, tal y como lució en el antiguo museo arqueológico desde su fundación. Increíble, pero se ha preferido que sea nominado “MUVI. Museo de Villena”.

Abundando en esta incongruencia, me sorprende y la hace más sangrante si cabe que, mientras en las cinco partes del mundo se recuerda a sus ciudadanos más célebres con sus nombres en aeropuertos, estadios de fútbol, estaciones de ferrocarril o buques militares que honran a sus héroes, en Villena, en este caso, se actúe al contrario de esta arraigada costumbre.

Es obvio mi desconocimiento sobre lo que futuras generaciones de villenenses pensarán acerca de esta cuestión, de este desaire a uno de los hijos más preclaros e irrepetibles de Villena. Aunque estoy seguro de que, si llega la coyuntura, la resolverán con generosidad.

Con el ruego de que se valore la realización de una revisión del expediente correspondiente, por parte de las entidades pertinentes, gracias anticipadas.

Por: César López Hurtado.

(Votos: 34 Promedio: 4.4)

5 comentarios

  1. Por lo que tengo entendido el nuevo museo es la fusión de dos museos, el arqueológico Jose Maria Soler y el etnográfico Jeronimo Ferri. Las respectivas salas que acogen las colecciones arqueológica y etnografica tienen los nombres de sus fundadores: Sala Jose Maria Soler y Sala Jeronimo Ferri respectivamente.

  2. Totalmente de acuerdo con lo escrito por César.
    Reivindico el nombre de D. José María Soler por las razones argumentadas en el artículo.
    Que se llame la sala del museo etnográfico con el de su fundador me parece correcto también.
    Creo que, en mi opinión, se debería rectificar y restituirlo por el de D. José Maria Soler.

  3. Corroboro todo lo expuesto por Cesar López y efectivamente creo que el museo debería llevar el nombre de José María Soler.

  4. En primer lugar, agradecer a César López Hurtado el haber expresado tan magníficamente todo lo que supuso para Villena nuestro querido José Mª Soler y el sentir de muchas personas villeneras y no.
    Dicen que “los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla” y algo así parece repetirse en nuestra ciudad como tantas veces ocurrió en personas de nuestra tierra.
    Tan solo quisiera aportar algunas reflexiones personales a esta decisión, y lo quiero hace preguntándome a nivel humano cómo se sentiría D. José Mª, y me viene a la memoria una sencilla anécdota sobre su talante, fue con ocasión de solicitarle una charla a realizar en el Club Amigos de la Cultura, cuando fuimos a su casa y digo fuimos porque me acompañaba Juan Cantero, en un momento del encuentro nos hizo su propia revelación, mostrándonos en un pequeño jarrón, un símbolo que lo identificaba ideológicamente, a pesar de que no eran ni habían sido tiempos propicios. Vi en ese gesto un talante de fidelidad, de compromiso, de identidad personal que no se dejaba vencer ni romper, desde una profunda creencia en la humanidad y en la ciencia, amante de la verdad y de la justicia. Así veo a José Mª bajo esa misma sonrisa sabiendo que “otra vez más…”
    También con esa decisión de nombrar al Museo de Villena, parece ser que se daba a entender entre una diatriba si identificarlo con el anterior propietario del edificio y donante de su legado antropológico y la persona que ha puesto en valor no solo la riqueza arqueológica de Villena sino a toda la ciudad, atendiendo a una supuesta decisión salomónica se hace opción el nombrarlo con el de la ciudad, como si no fuera obvio que estando ubicado en ella fuera necesario nombrarla.
    Tomada esta decisión parece ser que faltaba un detalle de modernidad, como si toda esa cualidad fuera siempre signo de progreso y avance, y se hace tratando de identificarlo, difundirlo y hacerlo significativo con las siglas MUVI, entonces perdemos una doble identidad, en primer lugar, el nombre de nuestra ciudad, porque bien podría ser el Museo de Vigo, de Vicálvaro, o de otras tantas ciudades, o quizás Museo del Vino, …; eso no ayuda a la marca Villena. E incluso hace perder el del propio Museo, tal como conocemos, la mayoría de los grandes Museos que conocemos lo hacen con dicho nombre, y tan solo reconocemos en el acervo de nuestra memoria uno dedicado, como no, al Arte Contemporáneo, en la no menos ultramoderna ciudad de Nueva York.
    Es por lo que apoyo la propuesta que nos hace César, ya que no se trata pues solo de “recordar” sino de mantener vivo el valor del trabajo, del estudio, de la entrega generosa, de toda una vida, de una persona irrepetible, única y singular como fue nuestro querido José Mª Soler.

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